Unos años después...
----Narra Julia----
Me agaché con mi cámara en la mano y ajusté el enfoque antes de disparar para hacer una foto a un pájaro levantando el vuelo después de haber bebido agua en un charco.
X: Sólo hay algo más bonito que esa imagen que acabas de capturar-rodé los ojos mientras me levantaba, recitando la frase en mi cabeza de memoria-: Tú.
Julia: ¿Por qué no cambias de frase para variar?-Me giré hacia él, desganada- Esa la tengo muy masticada y ya no me la trago.
Dylan: Por favor, Julia, no seas tan dura conmigo, rompes mi corazón-esbozó un puchero tan falso como su supuesto amor por mí.
Julia: Quisiera romperte la cabeza contra una piedra, pero sé que es delito, así que me aguanto. Haz tú lo mismo y esfuérzate por ignorarme en estas dos semanas que quedan antes de que dejemos de vernos las caras, por favor.
Dylan: Pídeme lo que quieras, menos que deje de tratar de conquistarte, es una misión imposible para mí.
Julia: Pues mucho me temo que serás un chico con el corazón roto toda tu vida, porque no me interesas en lo más mínimo.
En cuanto oí la voz del profesor llamarnos, suspiré de alivio y corrí con mis cosas hacia mis compañeros que ya comenzaban a agruparse para poder subirse al autobús.
Diego: He visto a Dylan ir contigo, ¿te ha molestado?
Julia: No te preocupes, ya puedo soportarlo sin querer lanzarle lo primero que tenga a mano, después de contar hasta cien, claro-reímos.
Después de deliberar mucho, me había planteado hacer un curso de fotografía ya que era algo que me gustaba bastante aunque siempre había mantenido en un segundo plano, pero al final, después de acabar el bachillerato, me había decidido por un ciclo formativo de fotografía y estaba bastante contenta, a excepción de las intromisiones de Dylan, por supuesto.
No era un mal chico, pero sí bastante pesado, durante el curso, y desde que me había conocido, no paraba de perseguirme e intentar algo conmigo, tengo que confesar que lo intenté. Pero me duró dos días el enamoramiento por él, no tenía madera de príncipe azul, sino de tirano y para las relaciones era un asco, así que le terminé y ahí estaba, intentado que le diera una nueva oportunidad.
Negativo, amigo, no tropiezo dos veces con la misma piedra.
Al llegar al instituto, nos bajamos del autobús y Diego y yo caminamos juntos para volver a casa.
Diego: Han estrenado una película nueva que parece buena, ¿te apetecería venir a verla conmigo?
Julia: Claro-le sonreí-. Pero debe ser el domingo, mañana tengo comida familiar y esta tarde es imposible.
Julia: Claro-le sonreí-. Pero debe ser el domingo, mañana tengo comida familiar y esta tarde es imposible.
Diego: Claro, nos vemos el domingo aquí mismo.
Julia: Genial, nos vemos.
Nos despedimos con un beso en la mejilla y tomamos caminos separados en el cruce. Seguía siendo inseparable con Clara, pero desde que estudiábamos en centros distintos y cosas diferentes, nos veíamos menos y nos mensajeábamos más. Conocí a Diego en los primeros días de clases y nos habíamos hecho inseparables por la cantidad de cosas que teníamos en común, como por ejemplo, nuestro amor por la fotografía. Se había convertido en mi mejor amigo y en clase siempre estábamos juntos, razón por la que algunos compañeros nos llamaban los inseparables.
Al llegar a casa, comí con mis padres comentándoles qué tal me había ido en la excursión al campo y algunos detalles sobre la comida del día siguiente por el cumpleaños de David. ¡Nos hacíamos mayores!
En la comida, después de la tarta y los regalos, las chicas hicimos una piña para poder cotorrear entre nosotras, hacía mucho que no cotilleábamos y lo echaba de menos.
Nuria: Parece que al que más centrado se le ve es a Javier, ¿quién lo diría no?
Lucía: Eso es porque está estudiando música y ha descubierto que es su pasión, es una lástima que al final no cuajara lo suyo con Noa.
Julia: ¿Al final se ha dado por vencida?
Después de mucho insistir, Noa consiguió que Javier le diera una oportunidad, pero duraron muy poco, hasta que Javier entró en la universidad y comenzó a estudiar música. Era lo que le apasionaba y parecía que no existía nada en el mundo aparte de su vocación.
Después de mucho insistir, Noa consiguió que Javier le diera una oportunidad, pero duraron muy poco, hasta que Javier entró en la universidad y comenzó a estudiar música. Era lo que le apasionaba y parecía que no existía nada en el mundo aparte de su vocación.
Lucía: No del todo, por lo que me ha contado ella, le está dando su tiempo y espacio para que se concentre en lo que ama ahora que lo ha encontrado, pero no piensa dejarse olvidar tan fácil, creo que se ha enamorado de él en serio.
Nuria: Esa chica bebe los vientos por él desde que le vio por primera vez, creo.
Judith: ¿De qué hablan nuestras princesas?-Las cinco se sentaron con nosotras.
Clara: Creemos que estamos comenzando a vivir nuestras historias, como vosotras lo hicisteis.
Mireya: ¿Podéis contárnoslo?-Preguntó pícara-. Alejandra, quédate quieta, por favor.
La pequeña hermanita de Nuria, a sus tres años era un terremoto, no paraba quieta y siempre estaba de un lado al otro.
Julia: Bueno, la relación de la princesita con el peque va viento en popa, la del graciosillo y la nenita, igual, solo faltamos las pequeñas.
Clara: Creo que yo he encontrado a mi príncipe azul...
Julia: ¿Y cuándo pensabas contármelo?
Todas rieron y yo me sonrojé un poco.
Clara: Es que aún no es seguro, solo nos estamos conociendo.
Ana: Pero da detalles, cariño, todas queremos saberlo.
Clara: Se llama Guillermo y nos conocimos en el instituto hace algunos años... Hemos vuelto a coincidir porque está estudiando administración y finanzas en el mismo instituto que yo.
Ana: ¿Es de tu edad entonces?
Clara: No... Suspendió la selectividad así que entró a un módulo superior de informática y ahora está con el de administración.
Lucía: ¿Tú eres la Clara de la que Guille no deja de hablar?
Mi hermana tenía sus ojos muy abiertos y todas la miramos sorprendidas... ¿Cómo sabía ella de quién estaba hablando Clara?
Clara: ¿Cómo?
Lucía: Es el mejor amigo de Dani, a veces voy con ellos y él habla mucho de una chica que ha conocido este año en el mismo centro al que él va y... Al escucharte acabo de acordarme.
Cristina: ¡Te gusta el rarito!
Mayte: ¿Por qué le llamas así?
Ana: Dime que es un chico normal, por favor, aunque sea mentira.
María: ¿Recuerdas cómo le decía mi pequeña a Carlos?
Ana: ¿Carlitos?
Cristina: Fue mi amor platónico cuando tenía siete años, ¿vale?-Se sonrojó violentamente- Y como tenía el mismo peinado que el tío Carlos, ese de corto por detrás y el flequillo por la frente, pues me acordé de Carlitos, pero como el chico se llama Guillermo, me sonó genial llamarle rarito y me pegaba a él como una lapa cada vez que iba a casa a jugar con mi hermano.
Clara: No me lo puedo creer-soltó una carcajada.
Cristina: Intenta no recordárselo, por favor.
Clara: Prometo intentarlo.
Cristina: ¡Clara!
Lucía: Es divertido conocer a la chica que bebía los vientos por tu chico-rió.
Nuria: Eso lo dices porque Dani no tiene.
Judith: ¿No? ¿Estás segura de eso?
Julia: Lucía siempre ha estado coladita por Dani y ahora ha conseguido hacer realidad sus sueños.
Lucía: Muy graciosa, hermanita.
Judith: Pero es cierto.
María: Yo te entiendo, nuera, me pasó lo mismo.
Mireya: Qué va-ironizó-. Recuerdo la que liaste cuando pensabas que él no te quería.
María: Mala amiga-le dio un golpe leve en el brazo.
Alejandra: ¡Papá!
Mireya la soltó y la pequeña corrió hasta encontrar a su padre.
Mireya: Me doy por vencida, mis hijas adoran a su padre y solo quieren a su madre para la hora de la comida.
Judith: Las niñas son padreras, ¿qué le hacemos?
Mayte: Yo tengo suerte, mis chicos siempre van conmigo.
María: Entonces las niñas ya están buscando a sus príncipes azules.
Nuria: Nosotras ya los tenemos-se señaló y señaló a mi hermana.
Cristina: Yo no quiero saber nada-alzó las manos y miró hacia otro lado.
El tema de Cristina y Jesús aún era espinoso, las cosas volvían a ser amenas dentro de nuestra gran familia, pero los más pequeños no se trataban demasiado.
Judith: ¿Mi princesita menor también tiene a su príncipe ya?
Julia: Desde el sapo de Dylan no he vuelto a mostrar interés en el sexo opuesto, por ahora sólo trato con Diego y porque es mi mejor amigo.
Clara: Gracias-se hizo la ofendida.
Julia: Desde que entré al curso paso más tiempo con él en clase, no he podido evitarlo-me encogí de hombros-. Además, es tierno, agradable, cariñoso y se preocupa siempre por mí. En clase nos llaman los inseparables porque decidimos que hacemos buen equipo en los trabajos en grupo y siempre vamos juntos.
Lucía: Me parece que estoy escuchando algunas campanas...
Julia: Quizás sea porque Blas está a punto de matar a tu príncipe azul.
Lucía: ¿Qué?
Le hice una seña y todas exclamaron, incluso Mireya se puso en pie y salió corriendo hacia Dani.
Mi cuñado no tenía otra cosa que hacer que ponerse a jugar con Alejandra tirándola hacia arriba y luego atrapándola y corriendo con ella en brazos.
Cristina: Alguien está en problemas...
Reímos por lo bajo viendo la regañina que se llevó el rubio por jugar de aquella manera con Alejandra.
A la tarde siguiente, después de una ducha, me puse unos vaqueros ajustados y una camiseta de manga corta que me llegaba por encima del ombligo, me calcé mis Nike y me recogí el pelo en una coleta alta, después me delineé los ojos, me puse un poco de colorete y me pinté los labios en rosa claro. Como mi hermana estaba en el piso de abajo, corrí hacia su habitación para robarle el rímel sin que se diera cuenta, pero me pilló.
Lucía: Te has puesto muy guapa para salir con un chico.
Julia: Voy a salir con mi mejor amigo-le saqué la lengua.
Lucía: Diviértete y haceros una foto para que pueda conocerle.
Julia: Petarda-le di un beso en la mejilla y fui a por mi bolso para irme-. Hasta luego, papá.
Álvaro: Ten cuidado, princesita.
Julia: Claro, chao mamá.
Judith: No llegues muy tarde.
Álvaro: Toque de queda a las diez, mañana hay clase.
Julia: Antes de las diez estaré aquí.
Abrí la puerta y me topé con mi hermano todo sudado y su equipación de fútbol.
Lucas: Vaya, si hasta te has perfumado y no veo a Clara por aquí... ¿A dónde se escapa la princesita?
Julia: Al cine con mi amigo, luego te veo, feo.
Julia: Al cine con mi amigo, luego te veo, feo.
Lucas: ¿Y mi beso?
Julia: Para la próxima si no estás todo sudado.
Julia: Para la próxima si no estás todo sudado.
Reí por su cara y corrí para salir de allí antes de que me entretuvieran más, no quería llegar tarde. Llegué justa y Cristian ya me estaba esperando en el cruce. Estaba apoyado en una farola con un pie cruzado por delante del otro, llevaba una camisa lisa en color celeste remangada hasta el codo, unos vaqueros ajustados de color negro y unas Adidas. Llevaba el pelo desordenado y, por primera vez, me fijé en lo guapo que era.
Saqué mi teléfono y le hice una foto de forma discreta, mientras él seguía distraído con su teléfono, y se la mandé a mi hermana. Después, me acerqué a él y le saludé, nos dimos un beso en la mejilla y nos pusimos rumbo al centro comercial hablando sobre la película que veríamos.
Aproveché que llegamos temprano para entrar al baño y mirar mi teléfono, mi hermana le daba el visto bueno. Sonreí, guardé el teléfono y volví con mi amigo.
Casi dos horas después, salimos entre risas y comentarios, la película había sido bastante buena y nos había gustado mucho, comenzamos a hacer planes para ir otro día a ver cualquier otra que pudiera ser de nuestro agrado.
Diego: ¿Te da tiempo a cenar?
Julia: Claro-le sonreí.
Me invitó a cenar en uno de los locales de comida rápida y estuvimos hablando sobre el proyecto final del curso que había que entregar en dos semanas antes de acabar nuestro primer año. Luego me acompañó hasta mi casa y, cuando iba a despedirme de él, me cogió la mano.
Julia: ¿Qué te pasa?
Diego: Perdóname por lo que voy a hacer.
Julia: ¿Qué...?
Pero no me dio tiempo a preguntar nada, mi mejor amigo me besó y luego salió corriendo. No me dio tiempo a asimilar nada y me quedé allí, de pie con la mente en blanco y los ojos muy abiertos. Cuando reaccioné, entré en casa, saludé a todos y subí hasta mi habitación para cambiarme. Estuve dando vueltas como un león enjaulado hasta que no aguanté más y entré a la habitación de mi hermana, que estaba estudiando.
Julia: Siento interrumpirte, pero necesito consejo... Y ayuda.
Lucía: ¿Qué ha pasado, cariño?
Julia: Mira, este es Diego-le enseñé la foto que nos habíamos hecho mientras cenábamos.
Lucía: Es guapísimo, hermanita-me sonrió, pero frunció el ceño cuando vio mi cara-. ¿Qué pasa?
Julia: Lulú...-suspiré- Me ha acompañado hasta la puerta de casa y, cuando iba a despedirme de él, me ha pedido perdón antes de besarme y salir corriendo.
Lucía: ¿Qué?
Julia: Sí... Y no sé qué hacer.
Lucía: ¿Qué has sentido cuando tu mejor amigo te ha besado?
Julia: Ése es el problema, Lu, no lo sé. Me ha pillado muy de improvisto y se supone que tu mejor amigo no debe besarte. ¿Qué hago ahora? No sé cómo voy a mirarle o a hablarle mañana.
Julia: Ése es el problema, Lu, no lo sé. Me ha pillado muy de improvisto y se supone que tu mejor amigo no debe besarte. ¿Qué hago ahora? No sé cómo voy a mirarle o a hablarle mañana.
Lucía: Tranquila, enana, tú no tienes que avergonzarte de nada, ha sido él quien te ha besado. A no ser que...
Julia: ¿Qué?
Lucía: Mira, en estos casos ocurre una de dos cosas, la primera es que la amistad se rompa porque una de las dos partes no sienta lo que el otro siente, la segunda es que estés confundida porque también te gusta él a pesar de que nunca te lo hayas planteado.
Lucía: Mira, en estos casos ocurre una de dos cosas, la primera es que la amistad se rompa porque una de las dos partes no sienta lo que el otro siente, la segunda es que estés confundida porque también te gusta él a pesar de que nunca te lo hayas planteado.
Julia: ¿Y cómo lo sé?
Lucía: En cuanto le veas mañana, tu corazón te lo va a decir.
Julia: ¿Seguro?
Lucía: Antes de decidirme a darle la oportunidad a Dani, tuve una charla con papá, él descubrió que me pasaba algo y me dio un consejo: escúchate a ti misma. Todos podemos darte consejos, pero sólo...
Álvaro: Debes escuchar lo que tu corazón diga que quiere, eres la única responsable de escoger tu felicidad.
Miré a mi padre con los ojos muy abiertos.
Álvaro: Venía a daros las buenas noches y no he podido evitar escuchar-se sentó en la cama con nosotras-. Me quiero negar a ver que mis princesitas están creciendo y empiezan a hacer sus vidas separadas de mí, pero no puedo evitarlo, así que me conformo con ver que lo hacéis felices y escogiendo vosotras mismas vuestros caminos.
Lucía: ¿Qué hay de Lucas?
Álvaro: Bueno, él prefiere escuchar a su mami y tiene las cosas más claras de lo que me esperaba, la verdad.
Julia: Se parece a su padre, siempre decidido y escogiendo lo que es correcto.
Álvaro: Yo también me he equivocado, cariño, nadie es perfecto y si lo fuéramos todo sería muy aburrido. Tenéis que tropezar y caeros, pero solo vale seguir adelante si sois capaces de levantaros.
Lucía: Él me ayudó a empezar mi camino, ahora te toca a ti escoger.
Álvaro: Descansa, cuando mañana te despiertes, verás las cosas de otra forma.
Nos dio un beso en la frente a cada una y salió del dormitorio. Adoraba a mi padre, era mi héroe.
Me despedí de mi hermana y entré a mi habitación. No dormí mucho aquella noche y, por la mañana, me esforcé más de lo común en mi apariencia. Me puse unos vaqueros ceñidos en verde y mi camiseta favorita, era suelta y con un hombro caído, de manga corta. Me puse unas converse a juego con la camiseta, me dejé el pelo suelto, con todas mis ondas y me maquillé levemente, un poco de rímel, corrector para las ojeras y brillo de labios.
Por primera vez me detallé frente a un espejo. Es cierto que Lucía era clavada a mi madre pero con los ojos verdes de mi padre y Lucas igual a mi padre con los ojos de mi madre... Sin embargo, yo era una mezcla de ambos. Tenía los ojos, la figura y las ondas en el pelo de mi madre, pero la cara, la altura y el color de pelo de mi padre. Era un combinado y llegué a sentirme un poco acomplejada por no parecerme sólo a uno de los dos. Aquel día fue todo lo contrario, me sentía bien conmigo misma. Inspiré hondo, recogí mi mochila y bajé para poder desayunar.
Después de lavarme los dientes, salí a la calle y fui hasta el cruce donde siempre me encontraba con Diego, pero esa mañana no estaba allí esperándome. Me puse rumbo yo sola hacia el instituto y le vi por los pasillos.
Cogí aire de forma temblorosa y tomé una decisión, no decidiría nada hasta que le viera frente a frente.
Saludé a los compañeros que me iba encontrando por el pasillo y, cuando entré en el pasillo específico para mi ciclo formativo, mi mirada se encontró con la de él. Mi mejor amigo bajó la cabeza y no volvió a mirarme y entonces tomé la decisión más grande de mi vida hasta aquel momento.
Mi corazón latía a mil por hora, pero estaba muy segura de lo que iba a hacer. Caminé hasta él y dejé caer mi mochila junto a sus pies.
Julia: No sabía que fueras tan cobarde.
Diego: Yo...
Julia: ¿Vas a volver a salir corriendo?-tiré del cuello de su camiseta e hice que se inclinara hacia mí.
Diego: ¿Por qué lo preguntas?
Su respiración tembló y aquella fue mi señal, me puse de puntillas y estampé mis labios en los suyos.
Al separarnos, me di cuenta de que él tenía sus manos en mi cintura y me miraba bastante sorprendido.
Julia: ¿Ves como es fácil no salir corriendo después?
Boqueó varias veces antes de negar con la cabeza con una sonrisa divertida.
Boqueó varias veces antes de negar con la cabeza con una sonrisa divertida.
Diego: Eres una tramposa-me dio un pequeño beso.
Julia: ¿Y ahora qué?
Diego: Ahora tengo el derecho de partirle la cara a Dylan si se atreve a intentar algo contigo.
Julia: El derecho y el deber-crucé mis brazos detrás de su cuello.
Diego: Te lo tomo al pie de la letra.
Julia: ¿Y vas a salir conmigo como más que amigos?
Diego: Pensaba que nunca me lo pedirías-se burló.
Julia: Idiota-le di un golpe en la nuca.
Diego: Gracias por no dejarme huir del todo.
Julia: No quiero perderte, eres demasiado importante para mí.
Volvió a besarme y nos separamos cuando escuchamos al profesor para poder entrar en clase.
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2/2
El final está muy cerca!! ¿Qué opináis? Espero vuestros comentarios y votos!!