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jueves, 3 de noviembre de 2016

Destinados al Mismo Camino, Capítulo 27:

Unos años después...
----Narra Julia----
Me agaché con mi cámara en la mano y ajusté el enfoque antes de disparar para hacer una foto a un pájaro levantando el vuelo después de haber bebido agua en un charco.
X: Sólo hay algo más bonito que esa imagen que acabas de capturar-rodé los ojos mientras me levantaba, recitando la frase en mi cabeza de memoria-: Tú.
Julia: ¿Por qué no cambias de frase para variar?-Me giré hacia él, desganada- Esa la tengo muy masticada y ya no me la trago.
Dylan: Por favor, Julia, no seas tan dura conmigo, rompes mi corazón-esbozó un puchero tan falso como su supuesto amor por mí.
Julia: Quisiera romperte la cabeza contra una piedra, pero sé que es delito, así que me aguanto. Haz tú lo mismo y esfuérzate por ignorarme en estas dos semanas que quedan antes de que dejemos de vernos las caras, por favor.
Dylan: Pídeme lo que quieras, menos que deje de tratar de conquistarte, es una misión imposible para mí.
Julia: Pues mucho me temo que serás un chico con el corazón roto toda tu vida, porque no me interesas en lo más mínimo.
En cuanto oí la voz del profesor llamarnos, suspiré de alivio y corrí con mis cosas hacia mis compañeros que ya comenzaban a agruparse para poder subirse al autobús.
Diego: He visto a Dylan ir contigo, ¿te ha molestado?
Julia: No te preocupes, ya puedo soportarlo sin querer lanzarle lo primero que tenga a mano, después de contar hasta cien, claro-reímos.
Después de deliberar mucho, me había planteado hacer un curso de fotografía ya que era algo que me gustaba bastante aunque siempre había mantenido en un segundo plano, pero al final, después de acabar el bachillerato, me había decidido por un ciclo formativo de fotografía y estaba bastante contenta, a excepción de las intromisiones de Dylan, por supuesto.
No era un mal chico, pero sí bastante pesado, durante el curso, y desde que me había conocido, no paraba de perseguirme e intentar algo conmigo, tengo que confesar que lo intenté. Pero me duró dos días el enamoramiento por él, no tenía madera de príncipe azul, sino de tirano y para las relaciones era un asco, así que le terminé y ahí estaba, intentado que le diera una nueva oportunidad.
Negativo, amigo, no tropiezo dos veces con la misma piedra.
Al llegar al instituto, nos bajamos del autobús y Diego y yo caminamos juntos para volver a casa.
Diego: Han estrenado una película nueva que parece buena, ¿te apetecería venir a verla conmigo?
Julia: Claro-le sonreí-. Pero debe ser el domingo, mañana tengo comida familiar y esta tarde es imposible.
Diego: Claro, nos vemos el domingo aquí mismo.
Julia: Genial, nos vemos.
Nos despedimos con un beso en la mejilla y tomamos caminos separados en el cruce. Seguía siendo inseparable con Clara, pero desde que estudiábamos en centros distintos y cosas diferentes, nos veíamos menos y nos mensajeábamos más. Conocí a Diego en los primeros días de clases y nos habíamos hecho inseparables por la cantidad de cosas que teníamos en común, como por ejemplo, nuestro amor por la fotografía. Se había convertido en mi mejor amigo y en clase siempre estábamos juntos, razón por la que algunos compañeros nos llamaban los inseparables.
Al llegar a casa, comí con mis padres comentándoles qué tal me había ido en la excursión al campo y algunos detalles sobre la comida del día siguiente por el cumpleaños de David. ¡Nos hacíamos mayores!
En la comida, después de la tarta y los regalos, las chicas hicimos una piña para poder cotorrear entre nosotras, hacía mucho que no cotilleábamos y lo echaba de menos.
Nuria: Parece que al que más centrado se le ve es a Javier, ¿quién lo diría no?
Lucía: Eso es porque está estudiando música y ha descubierto que es su pasión, es una lástima que al final no cuajara lo suyo con Noa.
Julia: ¿Al final se ha dado por vencida?
Después de mucho insistir, Noa consiguió que Javier le diera una oportunidad, pero duraron muy poco, hasta que Javier entró en la universidad y comenzó a estudiar música. Era lo que le apasionaba y parecía que no existía nada en el mundo aparte de su vocación.
Lucía: No del todo, por lo que me ha contado ella, le está dando su tiempo y espacio para que se concentre en lo que ama ahora que lo ha encontrado, pero no piensa dejarse olvidar tan fácil, creo que se ha enamorado de él en serio.
Nuria: Esa chica bebe los vientos por él desde que le vio por primera vez, creo.
Judith: ¿De qué hablan nuestras princesas?-Las cinco se sentaron con nosotras.
Clara: Creemos que estamos comenzando a vivir nuestras historias, como vosotras lo hicisteis.
Mireya: ¿Podéis contárnoslo?-Preguntó pícara-. Alejandra, quédate quieta, por favor.
La pequeña hermanita de Nuria, a sus tres años era un terremoto, no paraba quieta y siempre estaba de un lado al otro.
Julia: Bueno, la relación de la princesita con el peque va viento en popa, la del graciosillo y la nenita, igual, solo faltamos las pequeñas.
Clara: Creo que yo he encontrado a mi príncipe azul...
Julia: ¿Y cuándo pensabas contármelo?
Todas rieron y yo me sonrojé un poco.
Clara: Es que aún no es seguro, solo nos estamos conociendo.
Ana: Pero da detalles, cariño, todas queremos saberlo.
Clara: Se llama Guillermo y nos conocimos en el instituto hace algunos años... Hemos vuelto a coincidir porque está estudiando administración y finanzas en el mismo instituto que yo.
Ana: ¿Es de tu edad entonces?
Clara: No... Suspendió la selectividad así que entró a un módulo superior de informática y ahora está con el de administración.
Lucía: ¿Tú eres la Clara de la que Guille no deja de hablar?
Mi hermana tenía sus ojos muy abiertos y todas la miramos sorprendidas... ¿Cómo sabía ella de quién estaba hablando Clara?
Clara: ¿Cómo?
Lucía: Es el mejor amigo de Dani, a veces voy con ellos y él habla mucho de una chica que ha conocido este año en el mismo centro al que él va y... Al escucharte acabo de acordarme.
Cristina: ¡Te gusta el rarito!
Mayte: ¿Por qué le llamas así?
Ana: Dime que es un chico normal, por favor, aunque sea mentira.
María: ¿Recuerdas cómo le decía mi pequeña a Carlos?
Ana: ¿Carlitos?
Cristina: Fue mi amor platónico cuando tenía siete años, ¿vale?-Se sonrojó violentamente- Y como tenía el mismo peinado que el tío Carlos, ese de corto por detrás y el flequillo por la frente, pues me acordé de Carlitos, pero como el chico se llama Guillermo, me sonó genial llamarle rarito y me pegaba a él como una lapa cada vez que iba a casa a jugar con mi hermano.
Clara: No me lo puedo creer-soltó una carcajada.
Cristina: Intenta no recordárselo, por favor.
Clara: Prometo intentarlo.
Cristina: ¡Clara!
Lucía: Es divertido conocer a la chica que bebía los vientos por tu chico-rió.
Nuria: Eso lo dices porque Dani no tiene.
Judith: ¿No? ¿Estás segura de eso?
Julia: Lucía siempre ha estado coladita por Dani y ahora ha conseguido hacer realidad sus sueños.
Lucía: Muy graciosa, hermanita.
Judith: Pero es cierto.
María: Yo te entiendo, nuera, me pasó lo mismo.
Mireya: Qué va-ironizó-. Recuerdo la que liaste cuando pensabas que él no te quería.
María: Mala amiga-le dio un golpe leve en el brazo.
Alejandra: ¡Papá!
Mireya la soltó y la pequeña corrió hasta encontrar a su padre.
Mireya: Me doy por vencida, mis hijas adoran a su padre y solo quieren a su madre para la hora de la comida.
Judith: Las niñas son padreras, ¿qué le hacemos?
Mayte: Yo tengo suerte, mis chicos siempre van conmigo.
María: Entonces las niñas ya están buscando a sus príncipes azules.
Nuria: Nosotras ya los tenemos-se señaló y señaló a mi hermana.
Cristina: Yo no quiero saber nada-alzó las manos y miró hacia otro lado.
El tema de Cristina y Jesús aún era espinoso, las cosas volvían a ser amenas dentro de nuestra gran familia, pero los más pequeños no se trataban demasiado.
Judith: ¿Mi princesita menor también tiene a su príncipe ya?
Julia: Desde el sapo de Dylan no he vuelto a mostrar interés en el sexo opuesto, por ahora sólo trato con Diego y porque es mi mejor amigo.
Clara: Gracias-se hizo la ofendida.
Julia: Desde que entré al curso paso más tiempo con él en clase, no he podido evitarlo-me encogí de hombros-. Además, es tierno, agradable, cariñoso y se preocupa siempre por mí. En clase nos llaman los inseparables porque decidimos que hacemos buen equipo en los trabajos en grupo y siempre vamos juntos.
Lucía: Me parece que estoy escuchando algunas campanas...
Julia: Quizás sea porque Blas está a punto de matar a tu príncipe azul.
Lucía: ¿Qué?
Le hice una seña y todas exclamaron, incluso Mireya se puso en pie y salió corriendo hacia Dani.
Mi cuñado no tenía otra cosa que hacer que ponerse a jugar con Alejandra tirándola hacia arriba y luego atrapándola y corriendo con ella en brazos.
Cristina: Alguien está en problemas...
Reímos por lo bajo viendo la regañina que se llevó el rubio por jugar de aquella manera con Alejandra.
A la tarde siguiente, después de una ducha, me puse unos vaqueros ajustados y una camiseta de manga corta que me llegaba por encima del ombligo, me calcé mis Nike y me recogí el pelo en una coleta alta, después me delineé los ojos, me puse un poco de colorete y me pinté los labios en rosa claro. Como mi hermana estaba en el piso de abajo, corrí hacia su habitación para robarle el rímel sin que se diera cuenta, pero me pilló.
Lucía: Te has puesto muy guapa para salir con un chico.
Julia: Voy a salir con mi mejor amigo-le saqué la lengua.
Lucía: Diviértete y haceros una foto para que pueda conocerle.
Julia: Petarda-le di un beso en la mejilla y fui a por mi bolso para irme-. Hasta luego, papá.
Álvaro: Ten cuidado, princesita.
Julia: Claro, chao mamá.
Judith: No llegues muy tarde.
Álvaro: Toque de queda a las diez, mañana hay clase.
Julia: Antes de las diez estaré aquí.
Abrí la puerta y me topé con mi hermano todo sudado y su equipación de fútbol.
Lucas: Vaya, si hasta te has perfumado y no veo a Clara por aquí... ¿A dónde se escapa la princesita?
Julia: Al cine con mi amigo, luego te veo, feo.
Lucas: ¿Y mi beso?
Julia: Para la próxima si no estás todo sudado.
Reí por su cara y corrí para salir de allí antes de que me entretuvieran más, no quería llegar tarde. Llegué justa y Cristian ya me estaba esperando en el cruce. Estaba apoyado en una farola con un pie cruzado por delante del otro, llevaba una camisa lisa en color celeste remangada hasta el codo, unos vaqueros ajustados de color negro y unas Adidas. Llevaba el pelo desordenado y, por primera vez, me fijé en lo guapo que era.
Saqué mi teléfono y le hice una foto de forma discreta, mientras él seguía distraído con su teléfono, y se la mandé a mi hermana. Después, me acerqué a él y le saludé, nos dimos un beso en la mejilla y nos pusimos rumbo al centro comercial hablando sobre la película que veríamos.
Aproveché que llegamos temprano para entrar al baño y mirar mi teléfono, mi hermana le daba el visto bueno. Sonreí, guardé el teléfono y volví con mi amigo.
Casi dos horas después, salimos entre risas y comentarios, la película había sido bastante buena y nos había gustado mucho, comenzamos a hacer planes para ir otro día a ver cualquier otra que pudiera ser de nuestro agrado.
Diego: ¿Te da tiempo a cenar?
Julia: Claro-le sonreí.
Me invitó a cenar en uno de los locales de comida rápida y estuvimos hablando sobre el proyecto final del curso que había que entregar en dos semanas antes de acabar nuestro primer año. Luego me acompañó hasta mi casa y, cuando iba a despedirme de él, me cogió la mano.
Julia: ¿Qué te pasa?
Diego: Perdóname por lo que voy a hacer.
Julia: ¿Qué...?
Pero no me dio tiempo a preguntar nada, mi mejor amigo me besó y luego salió corriendo. No me dio tiempo a asimilar nada y me quedé allí, de pie con la mente en blanco y los ojos muy abiertos. Cuando reaccioné, entré en casa, saludé a todos y subí hasta mi habitación para cambiarme. Estuve dando vueltas como un león enjaulado hasta que no aguanté más y entré a la habitación de mi hermana, que estaba estudiando.
Julia: Siento interrumpirte, pero necesito consejo... Y ayuda.
Lucía: ¿Qué ha pasado, cariño?
Julia: Mira, este es Diego-le enseñé la foto que nos habíamos hecho mientras cenábamos.
Lucía: Es guapísimo, hermanita-me sonrió, pero frunció el ceño cuando vio mi cara-. ¿Qué pasa?
Julia: Lulú...-suspiré- Me ha acompañado hasta la puerta de casa y, cuando iba a despedirme de él, me ha pedido perdón antes de besarme y salir corriendo.
Lucía: ¿Qué?
Julia: Sí... Y no sé qué hacer.
Lucía: ¿Qué has sentido cuando tu mejor amigo te ha besado?
Julia: Ése es el problema, Lu, no lo sé. Me ha pillado muy de improvisto y se supone que tu mejor amigo no debe besarte. ¿Qué hago ahora? No sé cómo voy a mirarle o a hablarle mañana.
Lucía: Tranquila, enana, tú no tienes que avergonzarte de nada, ha sido él quien te ha besado. A no ser que...
Julia: ¿Qué?
Lucía: Mira, en estos casos ocurre una de dos cosas, la primera es que la amistad se rompa porque una de las dos partes no sienta lo que el otro siente, la segunda es que estés confundida porque también te gusta él a pesar de que nunca te lo hayas planteado.
Julia: ¿Y cómo lo sé?
Lucía: En cuanto le veas mañana, tu corazón te lo va a decir.
Julia: ¿Seguro?
Lucía: Antes de decidirme a darle la oportunidad a Dani, tuve una charla con papá, él descubrió que me pasaba algo y me dio un consejo: escúchate a ti misma. Todos podemos darte consejos, pero sólo...
Álvaro: Debes escuchar lo que tu corazón diga que quiere, eres la única responsable de escoger tu felicidad.
Miré a mi padre con los ojos muy abiertos.
Álvaro: Venía a daros las buenas noches y no he podido evitar escuchar-se sentó en la cama con nosotras-. Me quiero negar a ver que mis princesitas están creciendo y empiezan a hacer sus vidas separadas de mí, pero no puedo evitarlo, así que me conformo con ver que lo hacéis felices y escogiendo vosotras mismas vuestros caminos.
Lucía: ¿Qué hay de Lucas?
Álvaro: Bueno, él prefiere escuchar a su mami y tiene las cosas más claras de lo que me esperaba, la verdad.
Julia: Se parece a su padre, siempre decidido y escogiendo lo que es correcto.
Álvaro: Yo también me he equivocado, cariño, nadie es perfecto y si lo fuéramos todo sería muy aburrido. Tenéis que tropezar y caeros, pero solo vale seguir adelante si sois capaces de levantaros.
Lucía: Él me ayudó a empezar mi camino, ahora te toca a ti escoger.
Álvaro: Descansa, cuando mañana te despiertes, verás las cosas de otra forma.
Nos dio un beso en la frente a cada una y salió del dormitorio. Adoraba a mi padre, era mi héroe.
Me despedí de mi hermana y entré a mi habitación. No dormí mucho aquella noche y, por la mañana, me esforcé más de lo común en mi apariencia. Me puse unos vaqueros ceñidos en verde y mi camiseta favorita, era suelta y con un hombro caído, de manga corta. Me puse unas converse a juego con la camiseta, me dejé el pelo suelto, con todas mis ondas y me maquillé levemente, un poco de rímel, corrector para las ojeras y brillo de labios.
Por primera vez me detallé frente a un espejo. Es cierto que Lucía era clavada a mi madre pero con los ojos verdes de mi padre y Lucas igual a mi padre con los ojos de mi madre... Sin embargo, yo era una mezcla de ambos. Tenía los ojos, la figura y las ondas en el pelo de mi madre, pero la cara, la altura y el color de pelo de mi padre. Era un combinado y llegué a sentirme un poco acomplejada por no parecerme sólo a uno de los dos. Aquel día fue todo lo contrario, me sentía bien conmigo misma. Inspiré hondo, recogí mi mochila y bajé para poder desayunar.
Después de lavarme los dientes, salí a la calle y fui hasta el cruce donde siempre me encontraba con Diego, pero esa mañana no estaba allí esperándome. Me puse rumbo yo sola hacia el instituto y le vi por los pasillos.
Cogí aire de forma temblorosa y tomé una decisión, no decidiría nada hasta que le viera frente a frente.
Saludé a los compañeros que me iba encontrando por el pasillo y, cuando entré en el pasillo específico para mi ciclo formativo, mi mirada se encontró con la de él. Mi mejor amigo bajó la cabeza y no volvió a mirarme y entonces tomé la decisión más grande de mi vida hasta aquel momento.
Mi corazón latía a mil por hora, pero estaba muy segura de lo que iba a hacer. Caminé hasta él y dejé caer mi mochila junto a sus pies.
Julia: No sabía que fueras tan cobarde.
Diego: Yo...
Julia: ¿Vas a volver a salir corriendo?-tiré del cuello de su camiseta e hice que se inclinara hacia mí.
Diego: ¿Por qué lo preguntas?
Su respiración tembló y aquella fue mi señal, me puse de puntillas y estampé mis labios en los suyos.
Al separarnos, me di cuenta de que él tenía sus manos en mi cintura y me miraba bastante sorprendido.
Julia: ¿Ves como es fácil no salir corriendo después?
Boqueó varias veces antes de negar con la cabeza con una sonrisa divertida.
Diego: Eres una tramposa-me dio un pequeño beso.
Julia: ¿Y ahora qué?
Diego: Ahora tengo el derecho de partirle la cara a Dylan si se atreve a intentar algo contigo.
Julia: El derecho y el deber-crucé mis brazos detrás de su cuello.
Diego: Te lo tomo al pie de la letra.
Julia: ¿Y vas a salir conmigo como más que amigos?
Diego: Pensaba que nunca me lo pedirías-se burló.
Julia: Idiota-le di un golpe en la nuca.
Diego: Gracias por no dejarme huir del todo.
Julia: No quiero perderte, eres demasiado importante para mí.
Volvió a besarme y nos separamos cuando escuchamos al profesor para poder entrar en clase.
---
2/2
El final está muy cerca!! ¿Qué opináis? Espero vuestros comentarios y votos!!

Destinados al Mismo Camino, Capítulo 26:

----Narra Dani----
Entré a mi habitación, dejé la mochila tirada donde primero pillé, cerré la puerta y me tiré a la cama. Odiaba discutir con mi madre, pero es que ella no me entendía. No debía dejar que mi hermanita tuviera novio si ni siquiera había cumplido los catorce aún.
Escuché unos suaves golpes en la puerta, seguro sería mi padre que venía a requisarme el ordenador y la PlayStation. Le di paso y desconecté todos los cables para que pudiera llevárselos.
Dani: Aquí los tienes-se los tendí.
Dani P: ¿Podemos hablar?-los dejó sobre el escritorio y se sentó a mi lado en la cama.
Dani: Supongo-me encogí de hombros.
Dani P: He tenido la mala suerte de ser hijo único, pero a cambio, la vida me ha dado cuatro hermanas postizas a las que cuidar y creo que nunca me he puesto como lo has hecho tú con Cristina.
Dani: No es lo mismo-suspiré-. Da igual, papá, no lo entenderías.
Dani P: ¿Sabes?, tengo la cualidad de entender las cosas cuando me las explican, así que empieza, por favor.
Volví a suspirar y me pasé las manos por la cabeza, despeinándome, después miré a mi padre y comencé:
Dani: No quiero que mi hermanita sufra por amor por un niño que aún no sabe lo que quiere.
Dani P: Eso tú no lo sabes.
Dani: Hablé con él en el cumpleaños de Álvaro y le dejé muy claro lo que pienso, estoy asumiendo que mi hermana está creciendo y que empieza a despertar interés en los chicos tanto como a ella empiezan a interesarle los chicos, pero me niego a aceptar que sea con Jesús.
Dani P: ¿No has pensado que quizás Jesús no sea el chico que le rompa en corazón, sino que por tu negativa a dejarlos acercarse, ella se fije en otro que sí la haga sufrir y no solo porque le rompa el corazón? Dani, no puedes ni debes decidir por tu hermana.
Dani: Pero ya lo he hecho-me levanté- y no voy a dar mi brazo a torcer.
Dani P: Pues no te va a quedar más remedio si quieres volver a tener vida social, Dani, te estoy avisando, tu princesita va a pasar mucho tiempo mirando fotos tuyas para no olvidarse de tu cara.
Dani: No tienes derecho, papá.
Dani P: Soy tu padre, tengo todo el derecho del mundo y más porque me lo cojo cómo y cuándo me da la gana.
Dani: ¿Y qué debo hacer para que me levantéis el castigo?
Dani P: Primero explicarme el porqué de tu negativa y luego ya veremos.
Dani: No lo entenderías.
Dani P: Sí que lo entiendo. Pero entiendo más a tu hermana, aunque aún sea casi una niña, porque está creciendo, ya es una adolescente y quiere empezar a vivir, necesita guiar su vida por ella misma. Hubo un tiempo en el que tanto David como tu abuelo Javier casi me prohibieron acercarme a tu madre, no te puedes hacer una idea de lo que se siente.
Dani: Claro que lo sé, porque yo he estado así mucho tiempo con Lucía.
Dani P: ¿Es eso?, ¿no quieres dejar que tu hermana tenga el camino fácil porque tú no lo tuviste?
Dani: ¡No!
Dani P: ¡Entonces habla de una vez y dime qué es lo que te pasa por la cabeza, Daniel!
Dani: NO LUCHÉ TANTO POR VOLVER A UNIRNOS COMO PARA QUE AHORA DOS NIÑOS LO FASTIDIEN TODO-no pude evitar gritar.
Dani P: ¿Cómo?-se levantó de la cama y me enfrentó.
Dani: Hemos tardado mucho en lograr saber la verdad, estuvimos tres semanas secuestrados, casi matan a Carlos, tardé casi un mes en conseguir que Lucía quisiera hablar conmigo y que aceptara ser mi novia, Lucas consiguió hablar con Nuria y estamos muy bien, volvemos a ser la familia que recuerdo que éramos cuando era niño, no pienso permitir que dos críos se hagan novios por un arrebato de hormonas, lo dejen a los dos días y volvamos a distanciarnos por incomodidad.
Dani P: Así que ese es tu motivo... Eres un egoísta, que te quede claro.
Dani: No es ser egoísta, sino realista.
Dani P: Por esa regla de tres, vosotros no habríais nacido, porque nosotros nunca hubiéramos empezado nada con vuestras madres, Dani. Entre nosotros hubo peleas, discusiones, separaciones y hasta rupturas, pero nunca se nos pasó por la mente no dejar que otro fuera tras la chica a la que quería porque se fueran a formar momentos incómodos en el grupo.
Dani: No es lo mismo.
Dani P: Es exactamente igual, hijo. ¿Por qué crees que Álvaro estaba reacio a aceptar que estuvieras con Lucía? ¿Y qué pasa si sois vosotros o Nuria y Lucas los que rompen y formáis los momentos incómodos?
Dani: Somos mayores.
Dani P: Pero no por ello menos inmaduros. Tu hermana me ha dicho que no quiere perder a Jesús como amigo, ella no está interesada en ser novia de nadie y menos de Jesús por eso mismo por lo que tú estás preocupado. Por ser egoísta, no te has parado a preguntar siquiera lo que ellos quieren.
Dani: Él no...
Dani P: Él no te dijo nada porque no le dejaste, David ha hablado conmigo, no tienes idea de cómo estaba el pequeño después de cómo le hablaste.
Dani: No pretendía ser brusco...-puse una mueca, comenzaba a sentir remordimientos.
Dani P: Pero lo fuiste y ahora espero que aceptes las consecuencias de tus actos-cogió el portátil y la Play y se giró una última vez para mirarme-. Por ahora estarás castigado un mes, después ya veremos cómo has evolucionado.
Cerró la puerta tras él y me dejó solo sin saber qué hacer o qué pensar.
Quizás por evitarle un mal a mi hermanita le había hecho yo más daño...
----Narra Lucía----
Con un suspiro me dejé caer en la acera y crucé mis piernas como los indios antes de apoyar la cabeza en la mano y mi codo en una de mis piernas, haciendo que mi flequillo se me pusiera sobre el ojo derecho impidiéndome ver bien por él. Resoplé, haciendo que cayera aún peor por mi ojo y terminé por acomodármelo con la mano.
Nuria: Hola princesa-se dejó caer a mi lado.
Lucía: Hola nena-le sonreí.
Nuria: Te veo triste, ¿qué te pasa?
Lucía: Ha pasado mes y medio desde que castigaron a Dani y aún no tengo noticias de él... Estoy preocupada porque sé lo cabezón que puede llegar a ser y lo que pueda llegar a pasar ahora que estábamos bien.
Nuria: Quizás no haya podido llamarte porque esté ocupado o haya empezado con los exámenes en la universidad.
Lucía: Lo he pensado... pero no puedo evitar preocuparme.
Nuria: Es normal.
Noa: Hola chicas.
Se sentó frente a nosotras con una sonrisa. La verdad es que se había acoplado a nuestro pequeño grupo hacía pocas semanas y me caía bien, era alegre y sabía escuchar, cosa que agradecía.
Lucía: ¿Qué tal?
Noa: Frustrada, acabo de intentar hablar con Javier y ha pasado olímpicamente de mí. Creo que al final sí que voy a matarle.
Lucía: Debes darle tiempo, es muy tranquilo en ese aspecto y creo que aún no está preparado para dar el paso.
Noa: Llevo poco más de dos meses detrás de él, sabe que me gusta y me ofrezco en bandeja de plata y ni siquiera se da la vuelta para mirarme cuando aparezco en su radar. Dios, si eso no es ser tranquilo, es ser... No se me ocurre nada que lo defina.
Nuria: ¿De qué Javier estamos hablando?
Lucía: De nuestro Javi.
Nuria: No me lo puedo creer-tuvo que ahogar una carcajada-. Lo siento, cariño, pero me temo que has ido a fijarte en el más complicado.
Noa: ¿Vuestro Javi? ¿El más complicado? ¿Podríais explicarme de qué habláis?
Lucía: Lo sentimos, a veces no podemos evitar el hablar de ellos de esta manera.
Cristina: Si vais a hablar sobre los chicos que hay en nuestra extensa familia, me voy.
Lucía: ¿Qué te pasa, pequeña?
Cristina: Son todos idiotas, desde el mayor hasta el pequeño.
Nuria: ¿Qué ha pasado?
Cristina: Dani formó un lío cuando se enteró de que me gustaba Jesús y ha estado un mes castigado, Lucas no hace más que burlarse de Javier y han terminado peleados, Javier tiene a Noa detrás de él, sabe que le gusta y prefiere apartarse porque aún no quiere atarse ni depender de nadie, le parece una soberana tontería. Rubén se ha saltado las clases de hoy porque ha roto con Marta por una discusión que han tenido y Jesús sigue pasando de mí a pesar de que mi hermano ha hablado con él y han arreglado las cosas. Ni siquiera quiere volver a ser mi amigo, tampoco mi compañero de clase y se niega a darme los buenos días, como si fuéramos completos desconocidos...-inspiró hondo, se pasó las manos por el pelo y nos miró a las tres, que la mirábamos asombradas- ¿Queréis más razones?
Noa: Todas esas son buenas razones para pensar que los chicos de vuestra familia son idiotas.
Nuria: Le advertí a Lucas que dejara en paz a Javier y no me ha hecho caso, luego vendrá pidiendo ayuda para que hagamos que se reconcilien.
Lucía: Conmigo que no cuenten-alcé las manos.
Cristina: Yo dimito, no voy a hacer nada más por Jesús, cuando a él le apetezca hablar, que me busque.
Noa: Yo diría lo mismo, pero es que si dejo que Javi decida, sé que puede llegar otra que se me adelante. Además, quizás pasen años antes de que él quiera dar el paso.
Nuria: Con él es probable que pase eso-rió.
Al acabar el recreo, cada una regresó a su clase, donde me dediqué a recoger apuntes y a centrarme en lo que iba diciendo el profesor que era más importante de cara al examen que a pensar en cualquier otra cosa.
Al acabar las clases por aquel día, suspiré mientras guardaba todo en mi mochila y salía de las últimas, para evitar el barullo y me llevé una sorpresa al salir por la puerta del centro.
Allí, rodeado de gente, se encontraba Dani. Con unos vaqueros, una cazadora negra encima de una camiseta básica en blanca y una de sus gorras. No pude evitar el sonreír al darme cuenta que movía sus pies enfundados en deportivas mucho, símbolo de que estaba empezando a agobiarse. Así que me quedé a un lado esperando a que acabara de ser asediado por aquel séquito de chicas.
Lucas: Creo que deberías ir y hacerte notar.
Lucía: Prefiero esperar, sé que está agobiado por tanta atención-reí.
Mi hermano negó con la cabeza, divertido, y se acercó hasta él, abriéndose paso entre las chicas.
Lucas: Chicas, chicas, creo que deberíais dejar descansar un poco a mi pobre amigo, además, su novia podría ponerse celosa.
Después, se acercó a él y le dijo algo al oído, haciendo que posara su mirada en mí. Le sonreí de forma inocente al ver que me entrecerraba los ojos y se acercaba hasta mí. Abrí la boca para decir algo, pero pasó una de sus manos por mi nuca para darme un pequeño beso en los labios. Acordamos que nada de demostraciones demasiado afectuosas en público y, hasta el momento, estábamos cumpliéndolo a raja tabla.
Dani: Hola.
Lucía: Hola-me mordí el labio un poco sonrojada-. ¿Qué haces aquí?
Dani: Te echaba de menos-me abrazó-. Además, estás invitada a comer en mi casa.
Lucía: Pero mis padres...
Dani: Ya están avisados, esta mañana he hablado con tu padre y me ha dado su consentimiento.
Lucía: No os habréis peleado, ¿no?
Dani: Está empezando a aceptarme como yerno, ya no tienes de qué preocuparte.
Lucía: Eso espero.
Vi salir a Cristina sin percatarse de nosotros, así que la llamé y se acercó.
Cristina: Se me había olvidado que venías-se disculpó con una pequeña sonrisa.
Dani: Espero que no sea porque vayas pensando en algún chico.
Cristina: No pienso tener novio en la vida, no valéis para nada.
Dani: Gracias ¿eh?
Cristina: De nada.
Lucas: ¡Oye, Javier!
Miré a mi hermano llamar a nuestro primo, pero pasó olímpicamente de él.
Dani: ¿Qué ha pasado entre esos dos?
Lucía: Se han peleado porque Lucas no ha sido capaz de parar de reírse de él porque hay una chica a la que le gusta pero pasa de ella.
Dani: Mierda, al final estos dos idiotas van a liarla.
Cristina: Sé que hablamos del tema y que firmamos la paz, pero si no lo digo reviento: ahí tienes por meterte en mi vida amorosa.
Miré con los ojos muy abiertos a mi cuñada y ella decidió emprender el camino sola. Dani suspiró y bajó la cabeza.
Dani: Me lo tengo merecido.
Lucía: Dani...
X: ¿Dani?
Nos giramos para ver a Jesús con una mirada extrañada.
Dani: Hola-le sonrió, aunque un poco tenso.
Jesús: ¿Y tu hermana?-mi chico iba a abrir la boca, pero el pequeño se adelantó- Bueno, no importa, la profesora acaba de entregarme el trabajo que hicimos tu hermana y yo al principio de curso, ¿te importaría dárselo?
Dani: Para nada, yo se lo doy-ambos nos sorprendimos al ver un sobresaliente en una de las esquinas superiores de la portada del trabajo-. Vaya, enhorabuena por la notaza.
Jesús: Gracias, al parecer hacemos un buen equipo para los trabajos de clase-se encogió de hombros-. Nos vemos.
Y se fue con su hermano, que nos saludó con la mano antes de emprender camino. Nos despedimos de los demás y comenzamos a caminar hacia su casa en completo silencio.
Lucía: ¿En qué piensas, peque?
Dani: En que mi padre tenía razón, no ha sido mi hermana quien ha formado el momento incómodo en la familia que tanto me he esmerado en volver a unir... Yo solito me he cargado todo el trabajo que con tanto sudor y sufrimiento hemos hecho entre todos.
Lucía: No digas eso.
Dani: Es que es cierto.
Lucía: Dani-lo detuve en mitad de la calle-, tú no tienes la culpa de que mi hermano sea idiota y haya hartado a Javier y por eso se hayan peleado, no tienes la culpa de que Rubén haya roto con su novia y no quiera saber del mundo por llevarse su primera decepción amorosa...
Dani: He roto el corazón de mi hermanita.
Lucía: Es cierto que has actuado demasiado sobreprotector, pero no tienes la culpa de querer cuidar de ella. Quizás deberías haber actuado de otra forma, pero has recapacitado y les has pedido perdón, ahora están resentidos, pero se les va a pasar y volverán a estar contigo de la misma forma que antes.
Dani: Te creo-me sonrió-. ¿Y sabes por qué?
Lucía: ¿Por qué?-Le sonreí mientras me dejaba abrazar y acariciar por él.
Dani: Porque estoy tan enamorado de ti que, si ahora mismo me dijeras que el cielo no es azul, te creería sin dudarlo ni un segundo.
Casi me derrito, era tan tierno a ratos, que intentaba grabar todas las frases dulces que me decía para poder recordarlas siempre.
Lucía: Qué bueno, porque hoy el cielo es gris-no pude evitar una carcajada cuando le vi arrugar la nariz.
Dani: Eres una tonta, pero te quiero.
Lucía: Me encanta que me quieras, porque yo también te quiero.
Sonrió y cerró la distancia entre nuestros labios para darme un beso que empalagaría hasta el más dulcero, pero que a mí me encantó, eran pocos los momentos que teníamos para mimarnos y él se encargaba de aprovecharlos al máximo, claro, siempre que no tuviéramos público...
X: ¡Ese es mi hijo!
Y: ¡Daniel!
Nos separamos y reímos por lo bajo, aunque un poco fastidiados por la interrupción.
Dani: Mi padre no va a cambiar en la vida-comentó entre pesaroso y divertido.
Lucía: Es uno de los distintivos de nuestra familia.
Me dio un beso corto y entramos a la casa, donde nos esperaba una María muy sonriente, con una Cristina divertida y un Dani con un puchero. Es verdad que mi suegro era un niño grande, pero cada uno tenía una forma de ser por la que cada día agradecía por pertenecer a esta gran familia tan peculiar que me había tocado.
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1/2 :)