Vistas de página en total

jueves, 20 de marzo de 2014

Destinados al Mismo Camino, Capítulo 21:

----Narra Nuria----
Miré a mi padre asombrada, totalmente sorprendida...
Se hizo el silencio y nadie fue capaz de hablar ni decir nada, tanto tiempo detrás de ellos para averiguar el por qué se separaron y que nos lo dijera mi padre de aquella manera, nos pilló bastante de improvisto. Tenía alguna pregunta que hacer, pero no me salían las palabras, o sea, ¿cómo hablas o quitas un silencio tan incómodo como aquel? Yo no lo sabía, pero Dani sí que parecía con las ideas claras.
Dani: Por orgullo... Claro, genial. ¿Sabéis lo peor de todo esto?-bufó negando con la cabeza-No es que os hayáis dejado de hablar o que hayáis roto vuestra amistad, sino que nosotros hemos pagado las consecuencias de vuestros estúpidos actos.
Dani P: Es cierto, por intentar hacer un bien, hemos terminado haciéndoos un mal a vosotros, a quiénes queríamos cuidar para que nada malo os pasara. Eso es lo que más nos duele, lo creáis o no, pero bueno, supongo que fue inevitable, nos equivocamos y no hemos sido capaz de reconocerlo en voz alta.
Lucas: Al menos lo estáis haciendo ahora, aunque sea un poco tarde.
Álvaro: Es bastante tarde, sí.
Javier: ¿No vais a hacer nada al respecto?
Carlos: ¿Qué podemos hacer?
Dani: Ya no hay nada que nos aceche o que nos amenace, no veo por qué no podéis intentar volver a estar juntos.
David: Piensa que ha pasado mucho tiempo.
Lucas: Paso de esto. Gracias por decidir hablar, Blas.
Blas: De nada.
Lucas salió de allí y los demás decidimos hacer lo mismo dejando a nuestros padres en el salón solos.
Lucía: ¡Lucas!
Lucas: No me pidas que vuelva a entrar, por favor.
Lucía: Tranquilo, venimos a estar contigo.
Rubén: Lo que pase ahora ahí dentro es cosa de ellos, nosotros ya hemos hecho bastante. Me retiro.
Nuria: Sí, yo también, ya sabemos por qué fue y pienso que ahora deben hablar entre ellos sobre qué hacer.
Clara: ¿Creéis que lo arreglarán?
Javier: Lo dudo.
Cristina: Yo confío en ellos.
Dani: ¿En qué te basas?
Cristina: En nuestras madres, ellas no van a parar hasta que esos cinco cabezotas hablen todo entre ellos.
Jesús: ¿Cómo lo sabes?
Cristina: Mi madre me lo contó anoche.

Julia: Sobre lo de anoche... Perdón.
Javier: Perdona, prima, no sabíamos que te sentías así.
Cristina: Es normal, tampoco fui capaz de decíroslo hasta que exploté.
Nuria: Justo como le ha pasado a mi padre... De verdad que yo también lo siento [La abracé].
Cristina: Gracias.
Lucas: Al final sí que nos vamos a parecer y todo [Rió].
Julia: Somos primos.
Dani, Lucía, Lucas, Jesús, Cristina: ¡No somos primos!
Julia: Perdón, no sabía que se fueran a formar más de una pareja dentro del grupo [Soltó una carcajada que nos hizo sonrojar].
X: ¡Son imposibles!
Nos giramos y vimos a nuestras madres salir de la casa.
Ana: Mayte, no hay nadie más cabezota que ellos.
María: Pero podrían reconocerlo al menos.
Judith: Son casos imposibles.
Lucía: Mamá, ¿qué pasa?
Judith: No hay manera de hablar con vuestros padres, cielo.
Dani: Entonces mejor será que aun no le digamos que Lucía y yo estamos juntos.
María: ¿Estáis juntos?
Dani: Eh... Sí [Se puso un poco tímido].
María: Aw, mi pequeño ya tiene novia [Lo abrazó].
Dani: Mamá, me espachurras [Puso muecas y nosotros comenzamos a reír].
Judith: Mejor será que esperéis un poco, no vaya a ser que el graciosillo quiera recordarle al peque que le advirtió sobre alejar a Dani Peque de su pequeña princesita.
Lucas: Aw, el pequeño Dani y la pequeña princesita son novios [Puso caras que nos hicieron volver a reír a todos].
Dani: No me hagas hablar [Le miró mal].
Judith: ¿Tú también tienes novia?
Aquella pregunta no me gustó. ¿Lucas se había echado novia? Me sentí mal y bajé la mirada.
Lucas: Dani es idiota, no le hagas caso [Le dio una colleja al rubio]. Y no, no tengo novia.
Mireya: Cómo crecen nuestros pequeños [Me abrazó por los hombros]. Aún recuerdo cuando nos conocimos, María ¿te acuerdas?
María: Claro, no lo olvidaré nunca [Le sonrió].
Mayte: Yo lo que nunca olvidaré será cuando el pastelito cayó a la fuente por querer tirarme a mí [Soltó una carcajada].
Clara: ¿Cómo empezó eso de los motes?
Ana: Yo ya los conocí con ellos puestos, excepto el de Carlos.
Mayte: Yo también.
Judith: Al llegar yo se me puso el mío, pusimos el de los peques y, más tarde, el de los solitarios.
Julia: Pero contadnoslo [Puso un puchero] ¿Fuisteis vosotras? [Señaló a mi madre y María].
Mireya y María: Culpables [Rieron].
María: Yo se lo puse a David porque se comportaba como un hermano conmigo, siempre me ayudaba con lo que podía [Sonrió].
Mireya: A Álvaro se lo puse yo porque siempre ha sido, y será, un payaso. Aunque no en mal plan, ayudaba a que no te sintieras mal cuando no podías siquiera evitarlo.
Judith: Los solitarios los puso Álvaro porque Ana y él siempre han sido más tímidos a la hora de estar juntos delante de nosotros.
Mireya: Sí, es verdad, fue cuando veníamos hacia aquí [Sonrió pensativa] y también fue cuando nos puso a Blas y a mí lo de "parejita feliz".
Dani: Lo de peques no hace falta que nos lo expliquéis...
María: ¿Qué estás tratando de decir, enano? [Le alzó una ceja].
Dani: Mamá, con mucho respeto, lo de enano déjalo ya, soy más alto que tú [Le pasó un brazo por encima de los hombros].
Era verdad, Dani era una cabeza más alto que su madre, igual que el resto de los chicos que ya superaban a todas sus madres excepto Jesús que aún era solo unos centímetros más alto que su madre.
María: Como madre tuya que soy, puedo llamarte como quiera, pequeño.
Hizo un movimiento y él acabó medio inclinado con el brazo de su madre por detrás de su cuello. Todos reímos y seguimos hablando por un rato más hasta que ellas decidieron entrar de nuevo a la casa para ver cómo iban los cinco cafres, como ellas los llamaban.
Al rato de estar hablando con los chicos, me acerqué a la orilla y me senté en la arena, dejando que solo mis pies fueran mojados por el agua, para poder ver el atardecer que estaba comenzando. Poco después, alguien se sentó a mi lado.
Lucas: ¿Por qué tan sola?
Nuria: Quería pensar.
Lucas: ¿Más aún? [Bromeó abriendo los ojos más de la cuenta y haciéndome reír].
Nuria: En realidad para dejar de pensar y poder ver el atardecer.
Lucas: Eso está bien [Me sonrió]. ¿Sabías que si le pides un deseo al atardecer te lo cumple?
Nuria: No, no lo sabía. ¿Tú le has pedido alguno? [Me levanté al ver que la marea había subido un poco].
Lucas: Sí [Se levantó también].
Nuria: ¿Se te ha cumplido?
Lucas: Se está cumpliendo justo en este momento.
Lo miré extrañada e iba a hablar cuando su mano acarició mi mejilla y metió un mechón de mi pelo tras mi oreja. Lo miré a los ojos buscando una respuesta, pero no supe traducir lo que sus ojos me estaban diciendo.
Lucas dio un paso más hacia mí, quedando muy cerca, e inclinó su cabeza quedando nuestras narices rozándose, tragué saliva nerviosa y él sonrió con ternura. Sentí cosquillas en el estómago y creía que, en cualquier momento, me iba a caer porque mis piernas temblaban. Quise ver si los chicos estaban por ahí o se habían ido, pero me era imposible apartar la mirada de la de Lucas. Volvió a acariciarme la mejilla.
Nuria: Lucas...
Lucas: ¿Confías en mí? [Me interrumpió].
Nuria: Sí.
Lucas: Entonces cierra los ojos.
Asentí un poco extrañada y cerré mis ojos notando aún su mano en mi mejilla y, poco después, algo contra mis labios. Eran los suyos... Apenas fue eso, porque se separó un poco de mí y yo abrí los ojos y pestañeé extrañada un con un hormigueo enorme en el estómago.
Nuria: ¿Q-qué ha sido eso? [Balbuceé].
Lucas: Mi deseo cumplido [Sonrió débilmente]. Me gustas mucho, Nuria.
Nuria: ¿De verdad? [Puse los ojos como platos].
Lucas: De verdad [Asintió y volvió a acariciarme la mejilla]. ¿Te ha molestado el beso?
Nuria: No... [Negué con la cabeza] Yo... [Bajé la mirada y decidí soltarlo rápidamente]: Tú también me gustas, Lucas.
Me hizo mirarle y vi que sonreía ampliamente. Puso su dos manos en mis mejillas y pegó su frente a la mía.
Lucas: ¿Quieres ser mi novia?
Nuria: Sí [Asentí tímida y sonrojándome].
Lucas volvió a sonreír y me besó, pero esa vez sí que fue un beso de verdad, de aquellos de película y que no quieres que acaben nunca. Puse mis manos en su cintura y le seguí el beso torpemente, aunque creo que eso no le importó, porque no se apartó de mí y me sentí feliz de que el chico que más me gustaba y del que llevaba enamorada desde hacía bastante, ahora fuera a ser mi novio.

jueves, 13 de marzo de 2014

Destinados al Mismo Camino, Capítulo 20:

----Narra Blas----
A pesar de haber decidido separarnos como grupo, unos días después, volvimos a quedar en el que fue nuestro estudio para hablar. Cuando llegué, solo estaba Álvaro ya allí.
Blas: Hola.
Álvaro: Hola.
Me senté junto a él y esperamos a los otros tres que llegaron poco después.
Dani: Tenemos que hablar de todo esto y dejarlo claro ya.
David: Sí, será lo mejor.
Álvaro: ¿A vosotros también os ha llegado el anónimo?
Carlos: Parecen que van a seguir detrás nuestra después de lo que nos han hecho.
Blas: Y seguirán mientras no pongamos medios o encontremos las pruebas para que los metan en la cárcel.
Puse la carta que me había llegado sobre la mesa y los chicos me imitaron. Cogí la de David, que era la que más cerca me quedó, y la leí:
Os habréis librado del accidente, pero no de nuestra venganza. Andaros con ojo, puede ser que ataquemos cuando menos os lo esperéis y donde más os duela, no es un secreto para nadie que lo más importante para vosotros es vuestra familia y no vemos el por qué no dar de lleno ahí.
Recordad que estamos pendientes de todos vuestros movimientos, así que no hagáis una tontería y no penséis que por estar juntos, más unidos y protegeros, será suficiente.
Al parecer todas eran iguales. Volví a dejarla sobre la mesa y miré a los chicos que estaban cabizbajos y pensativos.
Blas: ¿Qué pensáis hacer?
Álvaro: Supongo que lo más sensato es pensar en qué hacer para que no dañen a nuestras familias, ¿no?
Carlos: Parece que no solo dejar Auryn es suficiente para ellos...
David: Tenemos que buscar una alternativa para que nos dejen en paz o, al menos, no se nos acerquen.
Dani: Quizás separándonos por un tiempo, logramos que se olviden de nosotros un poco.
Blas: ¿No es mejor que nos cuidemos entre todos? Unidos podremos ayudarnos mejor.
Dani: Soy capaz de cuidar de mi familia solo.
Blas: No estoy diciendo lo contrario, solo que...
David: Creo que no es mala idea, ¿quién sabe?, a lo mejor logramos que decidan dejarnos en paz.
Blas: ¿Vosotros qué decís? [Miré a Carlos y Álvaro].
Carlos: Yo voy a pensarlo.
Álvaro: Sí... Yo también.
Asentí y miré a los chicos. Suspiré y negué con la cabeza, se iban a salir con la suya y a ellos parecía darles igual.
Blas: Me voy a casa, cuando tengáis decidido qué hacer, me avisáis.
Carlos: Sí [Carraspeó]. Yo también me voy.
Así nos despedimos y me fui a casa, donde mi pequeña Nuria de ocho años, me esperaba para que jugara con ella.
Mireya: ¿Qué ha pasado?
Blas: Nada, no hemos decidido nada [Suspiré], quedaremos otro día para decidirlo. Tienen que pensar qué es lo mejor.
Mireya: ¿Qué deben pensar?
Blas: Si unirnos contra todo o separarnos.
Mireya: Pero ya os habéis separado.
Blas: Quizás acabemos con nuestra amistad.
Mireya: Pero...
Blas: Mejor lo hablamos luego [Señalé a nuestra hija con la cabeza].
Asintió suspirando y entró a la cocina algo pensativa.
Nuria: Papá, ¿me cantas?
Blas: ¿Qué quieres que te cante, mi niña?
Nuria: No sé [Se encogió de hombros y se sentó a mi lado].
Blas: Entonces, a ver qué se me ocurre...
Estuve pensando algunas canciones hasta que se me ocurrió una que habíamos estado componiendo antes de todo el lío que se nos estaba viniendo encima.
Blas: Mira hacia arriba, ¡cómo brilla el cielo!,
¡Cuántas estrellas sobre un mundo nuevo!
Fíjate bien, el futuro empieza a brillar,
Dentro de poco podrás, lanzarte sola a volar,
Siente el ritmo que te hace vibrar,
Hay un aire nuevo al respirar...
Te lo está pidiendo el corazón,
Necesitas otra dirección,
Pero antes de marchar de aquí
Quiero saber, saber ¿cuándo te volveré a ver?
Mireya: ¿Y esa canción?
Blas: La estábamos componiendo... [Suspiré cabizbajo].
Mireya: Todo se va a arreglar, ya lo verás.
Blas: Eso espero, me dolería muchísimo tener que separarme de los que siento como mis hermanos.
Mireya: Lo sé, pero verás como deciden que apoyaros juntos es lo mejor.
Le dediqué una pequeña sonrisa y miré hacia Nuria que se había quedado dormida acurrucada conmigo.
Blas: Me encantaría saber qué hemos hecho mal para tener que acabar así...
Mireya: No habéis hecho nada, así se ha tenido que dar y lo vais a superar.
Blas: Eso espero.
Llevé a mi hija a su habitación y después me fui a darme una ducha. Aquella noche no dormí para nada bien, pero es que las siguientes tampoco, no podía estar tranquilo sabiendo que los chicos habían pensado en separarnos del todo y menos aún pensando que eso podría llegar a ser una opción que tomaran todos por acuerdo.
Dos semanas después, recibí una llamada de Álvaro.
Blas: Dime.
Álvaro: Hemos quedado en una hora en el estudio, ¿nos vemos allí?
Blas: Sí, claro. Hasta luego.
Álvaro: Adiós...
Colgué y suspiré.
Mireya: ¿Quién era?
Blas: Álvaro, hemos quedado en el estudio.
Mireya: Verás como todo se soluciona.
Blas: Luego te cuento [Le di un beso y luego me acerqué a Nuria]. Hasta luego.
Nuria: Adiós, papá [Me sonrió].
Cogí mi chaqueta, las llaves del coche y salí de casa pensando en que aquel día no arreglaríamos nada. No sé por qué fue, pero yo tuve aquel presentimiento y no me confundí. Al llegar, todos ya estaban allí, serios y cabizbajos. Inspiré hondo y me armé de valor para romper aquel silencio que empezaba a pasar del cuarto de hora.
Blas: Vosotros diréis, ¿qué habéis decidido?
Álvaro: Yo...
Dani: Lo mejor es separarnos, por mucho que le demos vueltas. Si salir de Auryn ayudó un poco, distanciarnos quizás termine de arreglarlo del todo.
David: Opino igual, necesitamos que dejen de vigilarnos y de mandarnos anónimos a cada rato, nuestros hijos terminarán por asustarse y no quiero que ellos estén involucrados en esto.
Blas: ¿Os estáis oyendo? Un quizás no es nada seguro y también pueden seguir detrás de nosotros aunque nos separemos. ¿No os habéis parado a pensar en eso?
Álvaro: Sí, pero podemos probar a ver qué pasa y si vamos bien o no.
Blas: Una prueba... No os entiendo, deberíamos permanecer juntos para lidiar contra lo que sea, no dividirnos.
Carlos: Yo me voy a Barcelona con Ana y los niños. El tren sale mañana por la tarde, no hay marcha atrás, lo hemos hablado y está todo decidido.
Blas: Ah, genial ¿eh?
Dani: Blas, estamos viendo lo que es mejor para nuestras familiar, para cuidar a nuestros hijos.
David: Aunque suene egoísta, soy capaz de irme fuera yo también si eso significa el que dejen de estar encima de nosotros.
Álvaro: No es egoísta, simplemente lo que es mejor para los nuestros y no es malo que cada uno decida tomar su camino. Estamos juntos desde niños...
Blas: Por eso mismo, prometimos estar juntos siempre pero si queréis romper esa promesa, adelante, no seré yo quien os lo impida.
Dani: Entiende que somos mayorcitos ya y que debemos dejarnos de guiar por el corazón y hacerlo más por la cabeza.
Carlos: Lo más importante para mí, en estos momentos, es mi familia y en Barcelona tendremos la oportunidad de hacer que quienes sean que estén detrás de nosotros, pierdan nuestra pista.
Álvaro: No es mala idea y podremos seguir en contacto.
David: No dejaremos de ser amigos, simplemente nos separaremos para que se nos quiten de encima, en cuanto lo consigamos, volveremos a estar unidos como siempre.
Blas: A orgullosos nadie nos gana y parece que, cada año que pasa, lo sois más. No voy a luchar ni a seguir insistiendo para que aceptéis que nos quedemos juntos, porque sé que no va a ser posible, pero quiero deciros una última cosa y espero que la recordéis el día que os lo repita... Si hoy nos separamos, va a ser para siempre, no volveremos a unirnos ni nada será lo mismo. Gracias por vuestra amistad durante todos estos años, os quiero.
Les eché una última mirada a cada uno y salí de allí con el corazón a mil. Me monté en el coche y conduje sin rumbo, no quería llegar a casa y preocupar a Mireya, la verdad era que tenía ganas de llorar, sí llorar. Derrumbarme y soltar todo lo que tenía dentro atascado solo porque me iba a separar de mis mejores amigos, de mis hermanos.
Estaba seguro de lo que les había dicho, no íbamos a volver a unirnos porque les conocía como a la palma de mi mano. Iba a ser una separación definitiva y yo la iba a aceptar y tomar como ellos...

Miré a todos en el salón de la casa de Alicante de Álvaro, las chicas se daban apoyo entre ellas, nuestros hijos parecían entre asombrados, dolidos... Nunca se esperaron que, por fin, consiguieron saber el por qué de nuestra separación.
Blas: Y no me equivoqué, nada ha vuelto a ser lo mismo, no volvimos a unirnos y aquí estamos, en la misma casa de hace dieciocho años, la misma en la que estuvimos de fin de semana romántico... [Negué con la cabeza] Chicos, ahí tenéis la verdad, la que lleváis tanto tiempo buscando y esperando.
Y me quedé mirándoles, me había quitado un peso de encima. Lo que más me llamó la atención fue la reacción de mis amigos, estaban todos cabizbajos, como si sintieran vergüenza o no se atrevieran a hablar. Pues yo lo había hecho y no me arrepentía de nada.

lunes, 10 de marzo de 2014

Destinados al Mismo Camino, Capítulo 19:

----Narra Cristina----
No todo siempre era igual para todos. Mi hermano estaba feliz porque por fin Lucía había aceptado hablar con él y habían decidido intentarlo juntos y enfrentarse a nuestros padres.
Los chicos estaban contentos porque estábamos juntos de vacaciones en la play, nuestras madres estaban felices, haciendo planes entre ellas, hablando, quedando para hacer compras o salir a andar por la playa, nuestros padres andaban intentando averiguar qué tramaban sus mujeres y luego estaba yo. No me sentía mal, pero tampoco bien. Más bien no me sentía.
Supongo que ser la peque es razón de sobra para quedar apartada, ¿no?
Dani con los chicos y, desde ese día, con Lucía, Javier, Lucas, Rubén y Jesús, siempre entre ellos, con sus cosas de chicos. Lucía con Dani o con Nuria y Clara y Julia, siempre juntas.
Lo mejor era que nadie se daba cuenta porque tenían mejores cosas de las que preocuparse. ¿Un ejemplo? Resulta que Ana y Julia cumplen en el mismo mes, Ana un día y Julia al siguiente, así que a nuestras madres se les había ocurrido el celebrarlo juntas, así conseguirían que nuestros padres también estuvieran.
Dani: Enana, voy con los chicos, si papá o mamá preguntan, diles que hemos ido a dar una vuelta.
Cristina: Vale.
Dani: ¿Te pasa algo?
Cristina: No.
Dani: Vale [Me sonrió]. Luego nos vemos, te quiero enana.
Cristina: Y yo a ti... [Susurré viendo cómo salía por la puerta].
Suspiré y me di media vuelta para ir a la cocina a por un vaso de agua. En ello estaba cuando me crucé con mi padre.
Dani P: ¿Dónde está tu hermano?
Cristina: Ha salido a dar una vuelta con los chicos.
Dani P: ¿Y tu madre?
Cristina: Con las titas, supongo.
Dani P: ¿Tú no sabrás por casualidad qué traman?
Cristina: Ni idea.
Dani P: Bueno, voy a salir un momento a buscarla ¿vale?
Yo asentí bebiendo agua, él me dio un beso en la frente y se fue. Volví a suspirar y dejé el vaso en el fregadero. Sabía que era la última en haber llegado a la familia, pero no que fuera la última para todos incluidos mis padres...
Metí el móvil en el bolsillo de mis shorts vaqueros y salí de casa, no pensaba quedarme allí esperando a que alguien llegara para avisar al otro. Justo en la puerta me crucé a Lucía.
Lucía: Hey, ¿sabes dónde ha ido tu hermano? Me ha dicho que ha quedado con los chicos, pero no dónde.
Cristina: No, ni idea.
Lucía: Bueno, le voy a mandar un mensaje. Luego hemos quedado todos, ¿vienes conmigo?
Cristina: No, voy más tarde.
Lucía: Vale, hasta luego.
Cristina: Adiós.
Pasé por la playa y anduve por la orilla hasta que vi, al fondo, a los chicos en un círculo con Lucía y Nuria, me di la vuelta y anduve hacia el lado contrario, no quería estar con ellos todavía.
X: ¡Cristina!
Miré hacia mi derecha y vi a Julia con Clara.
Cristina: Hola.
Julia: ¿No vienes con los chicos?
Cristina: Más tarde.
Clara: Pero hemos quedado ya.
Cristina: Lo sé, pero quiero dar una vuelta antes, ahora voy ¿vale?
Julia: Vale [Me sonrieron].
Seguí con mi paseo por la orilla hasta que recibí un mensaje de mi hermano.
Dani: Enana, ¿dónde estás?
Cristina: Dando una vuelta
Dani: Vente ya, anda
Cristina: Voy
Volví a guardar el móvil en el bolsillo y recorrí todo lo que había andado hasta encontrar a los chicos.
Dani: Hey, por fin.
Cristina: Perdón.
Me senté donde pude, entre Clara y Rubén.
Lucas: Entonces, ¿nadie ha conseguido sacarle nada a nuestros padres?
Puse los ojos en blanco, siempre el mismo tema.
Rubén: Nada, parece que saben guardar muy bien sus cosas.
Jesús: A nuestra madre casi se le escapa algo, pero corriendo cambió de tema.
Dani: En mi casa apenas se habla del tema.
Javier: No, en la mía tampoco se habla mucho sobre eso.
Lucía: Entonces volvemos a estar como al principio, sin nada.
Clara: ¿Entonces qué vamos a hacer?
Dani: Tenemos que pensar en algo...
Inspiré hondo, deshice el agarre que había hecho con mis manos alrededor de mis piernas y me levanté dispuesta a irme.
Dani: ¿A dónde vas, Cris?
Cristina: A casa, estoy cansada.
Julia: Pero aún no hemos hablado de lo que vamos a hacer.
Cristina: Sinceramente, y sin ánimo de ofender a nadie, quiero deciros que hagáis lo que os dé la gana pero sin contar conmigo.
Dani: ¿Por qué dices eso? ¿Qué te pasa?
Cristina: Estoy cansada, agobiada, tengo trece años y no quiero seguir ideando planes, que luego saldrán mal, para conseguir que nuestros padres hablen y nos cuenten sus secretos. Soy pequeña y quiero disfrutar del verano como cualquier persona de mi edad.
Javier: Pero nosotros estamos metidos en esto ya y tenemos que terminarlo...
Cristina: Hacedlo sin mí, total, esté presente o no, no sirvo para mucho.
Nuria: ¿Por qué dices eso?
Cristina: Soy la más pequeña, todos formáis grupos y yo quedo fuera de todo, además de que no participo ni me llevo parte de nada.
Lucía: Nunca te hemos hecho menos o te hemos dejado fuera.
Cristina: Pero así es como me siento cuando veo a mi hermano y los chicos juntos, a ti con Nuria y a Clara y Julia juntas siempre. ¿Dónde quedo yo? No cuadro en ningún sitio. Lo siento, pero quiero irme.
Les dejé allí sentados y me fui a casa mientras notaba cómo las lágrimas bajaban por mis mejillas. Al llegar a casa, me las sequé rápidamente como pude y atravesé el salón corriendo para poder entrar a mi habitación lo antes posible. Acababa de cerrar la puerta y de echarme en la cama, cuando tocaron.
María: ¿Puedo pasar?
Sorbí por la nariz, me volví a secar las lágrimas y la dejé pasar mientras me sentaba como un indio y pegaba la espalda al cabecero.

María: ¿Qué te pasa, pequeña? [Se sentó frente a mí cruzando las piernas a lo indio].
Cristina: Nada [Bajé la cabeza para que no me viera].
María: No es verdad, te he visto entrar y secarte la cara, además a una madre no se le puede engañar [Cogió mis manos con las suyas]. ¿Quieres contarme?
Cristina: Me siento mal [Confesé y suspiré temblorosa].

María: ¿Por algo que te ha pasado?
Cristina: Creo que sí [Volví a sorber por la nariz].
María: Cuéntamelo todo, pero la verdad [Me tendió un pañuelo].
Cristina: ¿No te enfadarás? [La miré con cautela].
María: Lo prometo [Elevó la mano y me enseñó su palma derecha].
Cristina: Los chicos siguen ideando planes para poder sacarle a papá y los titos el secreto. Al principio estuve de acuerdo, pero ya no puedo más, no hemos conseguido que hablen y, desde el secuestro, me siento fuera de lugar. Por eso he decidido dejarles a ellos con sus planes y salirme del grupo...
María: ¿Te han hecho sentir así?
Cristina: No conscientemente, pero sí sin quererlo. Los chicos siempre andan juntos, Nuria y Lucía por su lado y Julia y Clara con sus cosas... Yo quedo fuera.
María: Pequeña [Me abrazó].
Cristina: Sé que es lo que me toca por haber llegado la última a la familia, pero...
María: No digas eso, lo que pasa es que están demasiado ensimismados con el secreto de la ruptura de Auryn, pero no te toca quedar apartada por ser la pequeña.
Cristina: ¿Entonces?
María: Las chicas y yo llevamos planeando cosas también desde que os encontraron, pero lo nuestro sí que saldrá bien y mañana, el secreto, quedará al descubierto.
Cristina: ¿En serio?
María: Completamente, pero no puedes decírselo a nadie, ¿vale?
Cristina: No lo haré.
Me sonrió y me abrazó. Inspiré hondo al sentirme entre los brazos de mi madre, hacía ya bastante que no me sentía así y lo había necesitado sin darme cuenta.
Al final, las dos nos tumbamos en la cama y ella me abrazó por detrás, sentí que ella sabía que lo que necesitaba era que estuviera conmigo y por eso se quedó conmigo, acariciándome el pelo como cuando era pequeña y no podía dormir...
Cristina: Hay algo más...
María: ¿Qué es?
Cristina: Me gusta un chico, pero es algo imposible.
María: ¿Por qué?
Cristina: ¿Por qué, qué?
María: ¿Por qué es imposible?
Cristina: Porque solo soy una amiga para él.
María: ¿Lo habéis hablado?
Cristina: No, no me atrevo.
María: Hazlo, que sepa lo que sientes.
Cristina: ¿Y si después no quiere volver a hablarme?
María: Sería un tonto si te dejar ir.
Cristina: Lo dices porque eres mi madre.
María: A parte de eso [Rió], Cris, eres una niña buena, noble, dulce y tranquila, cualquier chico se sentiría orgulloso por tenerte.
Cristina: ¿Jesús también? [Susurré].
María: ¿Es él? [La sentí sonreír y yo asentí] Él el que más.
Cristina: ¿Por qué lo dices?
María: Las madres lo sabemos todo [Me achuchó]. Cielo, no te pongas a pensar en cosas malas, aún tienes tiempo de preocuparte por las cosas de adultos, disfruta de tu adolescencia y habla con Jesús, seguro que no va a querer dejarte de hablar.
Cristina: ¿Crees que quiera hablar conmigo después de haberme puesto como me he puesto esta tarde?
María: No te has puesto de ninguna forma, simplemente les has dicho cómo te sientes y no es malo, ellos deben saber que no puedes seguir con eso y tienen que comprenderte, los mayores os están sometiendo a mucha presión a los más pequeños.
Cristina: Yo he sido la que menos ha aguantado.
María: De no haber explotado tú, lo habría hecho cualquiera, incluso tu mismo hermano.
Cristina: ¿Tú crees?
María: Lo conozco como a la palma de mi mano, es igual a tu padre y no va a aguantar mucho más como lo está haciendo. Por eso tus tías y yo queremos acabar con esta intriga de una vez por todas.
Cristina: ¿Cuándo será?
María: Mañana, en la comida que hemos organizado.
Cristina: Pero es el cumpleaños de tita Ana y Julia.
María: Lo hemos hablado y va a ser el mejor momento, ya pronto se van a acabar las vacaciones.
Cristina: Tengo miedo.
María: Tranquila, no es nada malo, te lo aseguro.
Cristina: Gracias, mamá.
María: No las des, pequeña [Me dio un beso en la cabeza]. ¿Te acuerdas de la canción que te cantaba tu padre para que te durmieras?
Cristina: Claro que sí [Sonreí]. ¿Me la cantas?
María: Por supuesto.
Me acomodé y escuché atenta a mi madre hasta que me quedé dormida.
María: De verdad no sé qué decir,
Se me sale del pecho el corazón
Y aunque sé que tú estás ahí,
Tú me ignoras, no sabes cómo soy.
Y otra vez, no puedo evitar desear,
Que me vuelva de nuevo a mirar.
Es un juego que ya me atrapó
Y por ella yo pierdo el control.
Ella es un ángel travieso,
Que me enamoró,
Con su carita linda.
Ella es un dulce suceso
Que me convenció
Que existe un verdadero y gran amor
El sueño me pudo y me dormí antes de que acabara de cantarme la canción.
Por la mañana, me desperté y noté que mi madre se había quedado dormida conmigo. Eso era raro, me removí para levantarme y ella se despertó.
María: Buenos días.
Cristina: Buenos días [Le di un beso en la mejilla]. ¿Cómo es que te quedaste aquí?
María: Me quedé dormida [Se encogió de hombros mientras se levantaba]. ¿Estás mejor?
Cristina: Sí [Le sonreí].
María: Me alegro, cielo [Me devolvió la sonrisa]. ¿Vamos a desayunar?
Asentí y me cambié de ropa y bajé al salón con mi madre que había ido a ducharse y cambiarse. Al entrar a la cocina, nos llevamos una sorpresa, mi padre y mi hermano estaban yendo de un lado a otro preparando cosas.
María: Buenos días.
Dani P: Hola [Se acercó a ella y le dio un beso en los labios, después me dio un beso a mí en la cabeza]. ¿Qué tal habéis dormido?
Cristina: Bien.
Dani: ¿Tostadas o galletas?
María y Cristina: Tostadas.
Dani P: Sentaos, nosotros os lo preparamos.
María: Os ayudo.
Dani P y Dani: ¡NO!
María: Vale...
Mi madre y yo nos miramos extrañadas, pero nos sentamos en la mesa y esperamos a que mi padre y mi hermano nos pusieran el desayuno.
Al terminar de desayunar, fueron ellos los que quitaron la mesa y fregaron los platos, la verdad era que estaban de lo más raros. Mi madre me mandó a la ducha, así que fui corriendo y me puso algo más arreglado.
Los cuatro salimos de casa y fuimos a la de Álvaro, parece que sería ahí la fiesta.
En el porche estaba puesta una mesa bastante larga. Las mujeres estaban preparando cosas y poniéndolas sobre las mesas, mi padre siguió adelante hasta donde estaban los hombres y mi hermano se quedó en la playa con los chicos mientras que yo preferí ir con mi madre, no quise enfrentarme a ellos aun.
Una vez estuvo la comida lista, todos nos sentamos y hablaron entre todos. Creo que así eran las cosas antes de la ruptura y los adultos lo habían echado de menos por mucho que trataran de negarlo.
Ana: Creo que es la hora.
Judith: Sí. Vamos todos dentro, por favor.
Extrañados, entramos los veinte al salón y nos sentamos como pudimos, yo quedé en el suelo entre Jesús y mi hermano, aunque nuestras madres se quedaron de pie detrás de los sofás, las cinco juntas, Judith puso algo en el DVD y todos miramos a la tele atentos.
Era un vídeo con fotos en las que salían cinco niños que se parecían bastante a nuestros padres, después de adolescentes y ya con nuestras madres, también salieron algunas fotos de ellos con bebés en los brazos y deduje que éramos nosotros.
Álvaro se levantó, le quitó el mando a su mujer y pausó el vídeo.
Álvaro: ¿A qué viene esto? [Preguntó con la voz un poco rara].
Rápidamente miré a mi padre, estaba igual que él y que los demás, con los ojos cristalizados.
Judith: Para que nuestros hijos vean cómo erais de pequeños.
Carlos: Respuesta errónea [Se levantó y las desafió].
Ana: Queríamos que vieran que antes estabais muy unidos.
David: No entiendo para qué.
Mayte: Es obvio, ¿no? [Alzó las cejas].
Dani: Prometisteis no meteros.
María: Y lo hemos cumplido, hasta que se os ha salido de las manos.
Blas: Nada se nos ha salido de las manos.
Mireya: TODO se os ha ido de las manos. Mirad a vuestro alrededor, ¿qué veis?
David: ¿Qué tenemos que ver?
Cristina: A nosotros [Dije algo cohibida].
Todos me miraron y yo sentí que no debería haber hablado.
Dani P: Cris, no te metas, cielo.
Jesús: ¿Por qué? Estamos delante, tenemos el mismo derecho.
David: Jesús.
Lucas: ¿Por qué tenemos que callarnos?
Álvaro: Porque no debéis meteros en las cosas de adultos.
María: Adultos [Rió irónica]. Solo unos niños se comportan como lo estáis haciendo vosotros.
Carlos: Hablad claro de una vez y acabemos con esto ya.
Ana: Perfecto, queremos que os sentéis tranquilamente y les expliquéis a vuestros hijos por qué decidisteis separaros.
Dani P: Ellos ya descubrieron por su cuenta que fue tras descubrir lo del accidente.
Nuria: Al diablo con el grupo, queremos saber por qué narices os separasteis como hermanos.
Mireya: ¡Nuria!
Lucas: Se ha cansado de estar callada, o nos lo contáis hoy o...
Álvaro: Más te vale no acabar la frase [Le advirtió].
Lucía: ¿O qué?
Rubén: Necesitamos respuestas y las queremos ya.
Todos empezamos a hablar a la vez y a decir cosas sin escucharnos, todos queríamos tener la razón. Nos callamos al oír un ruido, había sido Blas, así que todos le miramos.

Blas: ¿Queréis saber la verdad? Muy bien, yo os la diré. Fue por... [Rió secamente negando con la cabeza, parecía dolido] Por orgullo.