Vistas de página en total

miércoles, 17 de febrero de 2021

Extra 6: Mamá osa al rescate

 Me encontraba tirado en el sofá viendo un partido de baloncesto tranquilamente en casa, con los pies sobre la mesa de centro. Era mi tarde libre y estaba aprovechando para descansar ya que había tenido una semana bastante larga en el trabajo. Suspiré acomodándome mejor y le di volumen a la televisión. 

Pocos minutos después, escuché la puerta y levanté la mirada para ver a mi chica entrar.

Rubén: ¡Hola cariño!

Marta: ¿Cómo que hola cariño? ¿Has visto el estado de la casa? Madre mía, Rubén, ¿qué has hecho durante todo el día?

Rubén: Me alegra verte también, cielo-resoplé volviendo la mirada hacia el partido.

Marta: Es increíble -me quitó el mando justo cuando mi equipo tiraba el balón hacia la canasta.

Rubén: Pero...

Marta: Nada de peros. Te estoy hablando en serio, ¿has hecho algo más que tirarte en el sofá todo el día?

Rubén: La cocina está organizada... -Traté de pensar rápidamente entre lo que había estado haciendo durante el día que incluyera alguna tarea doméstica- Y prometo que el baño está limpio.

Marta: Rubén, la ropa sigue en la lavadora, tus zapatos de ayer tirados junto al sofá, desde aquí puedo ver que la cama no está hecha y el salón parece un estercolero... ¿En serio me estás diciendo que porque no has desorganizado la cocina o ensuciado el baño ya está todo hecho?

Rubén: Tampoco es para tanto...

Marta: ¿Cómo que no?, ¿pretendes que lo haga yo después de todo el día trabajando de pie? Esto es lo más grande -resopló dirigiéndose hacia nuestra habitación.

Rubén: Estamos hablando.

Marta: Yo ya he acabado de hablar-me cerró la puerta en la cara-. Ve a ver tu partido.

Rubén: Si te vas a enfadar, mejor que no.

Fui hacia la cocina y me puse a sacar la ropa de la lavadora. Tuve que arrugar la nariz, olía mucho a humedad, Marta iba a matarme...

Mi teléfono sonó, fui hasta el sofá a por él y contesté volviendo hacia mi problema.

Rubén: Dime mamá.

Mayte: Ui qué seco, ¿qué ha pasado?

Rubén: Marta se ha enfadado conmigo y hemos discutido -resoplé-. Joder, esto es una mierda... ¿Mamá?

Me aparté el teléfono del oído para confirmar que me había colgado. No era mi día con las mujeres. Resoplé y decidí que sería mejor ir a pedirle perdón a mi chica e intentar que me ayudara a arreglar el desastre que había formado por mi holgazanería.

Toqué a la puerta y la abrí solo un poco.

Rubén: Marta... Lo siento -puse mi mejor cara de perrito, pero no me funcionó, porque me alzó las cejas y puso los brazos en jarra-. De acuerdo, soy un desastre, me he relajado y se me ha olvidado hacer las cosas pero prometo que lo voy a hacer todo ahora si me ayudas con la que he liado con la colada.

Puse un puchero y batí mis pestañas, tratando de darle pena para que se apiadara de mí. Sonreí cuando suspiró y se acercó a mí.

Marta: ¿Qué hago contigo?

Rubén: Se me ocurren varias cosas -alcé las cejas de forma pícara y ella rió-. Pero la más importante es quererme.

Marta: Eso ya lo hago, idiota.

Rubén: ¿Me das mi beso ahora?

Marta: No hasta que vea la casa reluciente, ese va a ser tu castigo por holgazán.

Rubén: Venga ya, no te he visto en todo el día, merezco un beso por lo menos.

Marta: Nop -me rodeó y salió en dirección a la cocina-. ¡Rubén voy a matarte!

Fui arrastrando los pies dispuesto a cumplir con mi condena cuando el timbre nos sorprendió a ambos, abrí y me encontré a mi madre con los ojos muy abiertos y una mueca de disgusto.

Rubén: ¿Mamá?

Mayte: ¿Qué ocurre?, ¿a qué vienen esos gritos?

Marta: Como me hayas estropeado la blusa rosa te juro que vas a tener que recorrerte todo el país hasta encontrarme otra igual... Ho-hola Mayte.

Se quedó un poco cohibida en la entrada de la cocina y yo aproveché para esconderme detrás de mi madre, como cuando era pequeño y le hacía alguna trastada a mi padre.

Mayte: Creo que una blusa no es razón para todos esos gritos.

Marta: Es que se le olvidó tender la ropa esta mañana y ahora huele toda la colada a humedad, aparte de que no ha hecho nada durante el día y la casa está hecha un desastre...

Mayte: Pero se pueden hablar las cosas, a ver, trae la blusa.

Le quitó la prenda de las manos y se la llevó a la nariz, después se dirigió hacia la lavadora como si fuera la dueña de la casa.

Mayte: Nada que un nuevo lavado no pueda arreglar, luego procura que le dé bastante el aire y listo. ¿Algo más desastroso?

Marta: Íbamos a arreglar el resto entre los dos.

Mayte: Entonces no quiero escuchar más gritos ni discusiones por tonterías como estas. Me voy que he dejado a tu padre pendiente de la cena y no me fío de él en la cocina -se acercó a mí y puso ambas manos en mis mejillas-. Que pases buena noche, mi niño.

Me besó de forma sonora una mejilla y salió de casa como si nada. Carraspeé y miré a mi chica que tenía una mirada de completa perplejidad.

Marta: ¿Qué ha sido eso?

Rubén: Mamá osa al rescate -me encogí de hombros.

Y ambos estallamos en sonoras carcajadas durante un buen rato. Después nos reconciliamos y organizamos la casa entre los dos.

Extra 5: El primer nieto

 Llegué a casa después de un largo y extraño día de trabajo, Noa había estado toda la tarde bastante esquiva e incluso supe por su tío que había dejado el despacho antes de tiempo. No es que fuera una adicta al trabajo, pero le gustaba salir la última para no dejar nada pendiente, sobre el viernes porque decía que el sábado y el domingo eran únicos y exclusivamente para nosotros.

La verdad es que me encantaba pasar los fines de semana paseando, viajando o simplemente en casa con mi chica, desde que descubrí que no podía seguir mi vida sin ella a mi lado me costaba pasar un día sin verla. Por eso no tardé más que unos meses desde mi declaración hasta que encontré un piso para que compartiéramos.

Al principio, la convivencia fue un desastre, ella era muy organizada y yo un completo huracán que arrasaba allá por donde pasara y nos costó bastantes riñas, pero nada que una carita de cachorrito y una promesa, cumplida al pie de la letra, de ayudarla a organizarlo todo no arreglara. 

Nuestros caracteres tan diferentes también nos jugó más de una mala pasada. Yo seguía siendo bastante inseguro o indeciso en cuanto a tomar ciertas decisiones se trataba mientras que ella parecía tenerlo todo claro al segundo.

Por eso se me hizo bastante raro llegar a casa y verla moverse por la cocina bastante inquieta sin saber cómo organizar la mesa para la cena o cómo poner la comida.

Javier: ¿Hola?

Noa: Eh... ¡Hola!

Ese saludo dubitativo me hizo fruncir un tanto el ceño, ¿qué le estaba pasando por la mente para no mirarme directamente a los ojos. Se me acercó despacio para saludarme con un beso y rápidamente dio un paso hacia atrás.

Javier: ¿Puedo saber qué ocurre?

Noa: N-nada, solo preparaba la cena, quería hacer algo especial y creo que la he liado con la receta-resopló.

Javier: Seguro que está todo genial, eres una perfeccionista en todo lo que haces-le sonreí.

Pero se me cayó el gesto al ver cómo se mordía el labio inferior y escondía sus ojos acuosos de mí. La estaba liando y ella escondía algo bastante gordo a juzgar por su reacción.

Javier: No me creo que estés así solo por la comida, así que suelta la sopa, cielo.

Noa: No es nada -inspiró de forma temblorosa-. Ve a lavarte las manos, se enfría la cena.

Se giró y siguió sacando comida de una sartén. Suspiré con una mueca y decidí hacer lo que me decía para no agobiarla, pero estaba seguro de que, al final de la noche, sabría lo que le pasaba. No iba a resignarme con un "nada".

Me quité la chaqueta y la dejé en el perchero junto a mi maletín, después me lavé las manos y volví hacia la cocina. Noa ya estaba sentada jugando con su vaso de agua. Le di un beso en la cabeza y me senté a su lado para empezar a comer. Estuvo todo el rato callada y decidí hacerle un cumplido.

Javier: Está delicioso, ¿ves como eres perfecta en todo lo que haces?

Pero fallé estrepitosamente. En vez de sonreír o sentirse mejor, rompió a llorar.

Javier: Por favor, dime qué es lo que te ocurre de verdad porque estoy empezando a asustarme.

Noa: Lo que pasa es que no soy para nada la doña perfecta que aparento -sollozó-. Hace cosa de un mes olvidé tomar un par de pastillas y, cuando me di cuenta, pensé que no pasaría nada porque apenas podía ser una pequeña posibilidad pero resulta que soy un desastre porque sí que ha pasado y ahora estoy embarazada y no quiero que vuelvas a correr porque no sabes cómo reaccionar... Lo siento.

Mi cuerpo reaccionó antes que mi boca y de pronto me encontré arrodillado junto a ella con una mano tímida dirigiéndose hacia su abdomen mientras ella me miraba con su labio inferior tembloroso y sus mejillas mojadas.

Javier: Entiendo que pienses así de mí porque soy un desastre de pies a cabeza, pero me niego a permitir que pienses que tú lo eres por un pequeño olvido que lejos de hacerte caer del pedestal en el que te tengo, te ha subido un escalón más. Noa, sé que he podido traumatizarte un poco por mis inseguridades e indecisiones pero esta noticia no me va a hacer huir de ti, sino que me une más a ti... Gracias por este hermoso regalo que vas a hacerme.

Noa: ¿De verdad te hace ilusión? -Me miró por debajo de las pestañas.

Javier: Por supuesto, voy a dar el primer nieto a la familia cuando todos pensaban que serían Dani y Lucía los que lo harían.

Noa: ¡Idiota! -Me dio un golpe en el hombro entre risas- En serio, ¿no estás ni un poquito disgustado?

Javier: ¿Cómo podría disgustarme la posibilidad de tener una pequeña Noa corriendo por el apartamento intentando ser tan increíble y perfecta como su mamá? Asustado sí, es una responsabilidad enorme, pero sé que vamos a aprender juntos, porque te amo.

Noa: Yo también te amo.

Y me abrazó, momento que aproveché para besarla.

Tengo que reconocer que estaba algo más que asustado, pero no iba a huir de nuevo, permanecería a su lado intentando prepararme para la llegada de nuestro bebé. El primer nieto de la familia... Se iba a liar, lo presentía.

Extra 4: ¡Nos casamos!

 Me aparté un poco de grupo, estaba bastante chafado porque mi adorada novia había preferido pasar su cumpleaños en una reunión familiar que conmigo. No es que no me gustara pasar tiempo con todos, pero había preparado algo bastante especial para ese día y había tenido que cancelarlo porque no había podido convencerla de ninguna de las maneras.

Ya habíamos comido en el extenso jardín de casa de mis suegros, los mellizos habían soplado las velas juntos y, justo en ese momento, se encontraban abriendo los regalos. El mío aún estaba oculto en el bolsillo de mi pantalón y estaba seguro que ahí seguiría un tiempo más.

Guille: ¿De quién te escondes?

Dani: De todos -suspiré -. ¿Puedes creerte que mi hermosa novia me ha cambiado por la familia?

Guille: Aún puedes llevarla de cena romántica esta noche ¿no?

Dani: Imposible, no había reservas y este tipo de eventos duran tooodo el día.

Guille: Es cierto -puso una mueca-. Entonces te va a tocar hacerlo aquí.

Dani: ¿Delante de todo el mundo? -Lo miré escéptico.

Guille: Aprovecha que están todos fuera y ella está entrando a la casa, yo te cubro -me hizo un gesto con la cabeza.

Vi a Lucía entrar por la puerta del jardín, así que troté para alcanzarla. Estaba en la cocina secándose las manos cuando se giró al escucharme.

Lucía: Hey -me sonrió mientras me acercaba a ella.

Dani: Por fin te pillo a solas.

Lucía: Quiero pedirte perdón por insistir tanto en la idea de celebrar mi cumpleaños con toda la familia, pero es que me siento muy nostálgica cumpliendo treinta -puso una mueca-. Pienso compensártelo, de verdad.

Dani: No voy a fingir que no me importa porque sí que lo ha hecho, pero acepto tus disculpas.

Lucía: Jo, ahora me siento mal...

Dani: No lo hagas princesita -besé su frente-. Quería hacerte algo especial hoy para decirte algo, quizás podría esperar a algún otro momento, pero no puedo más así que ahí te va...

Dio un paso hacia atrás y frunció el ceño confusa, quiso hablar, pero puse un dedo sobre sus labios, iba a lanzarme y esperaba que saliera como lo había ensayado. O al menos parecido.

Dani: Tuve una conexión contigo desde la primera vez que te vi, toda arrugadita casi recién nacida en una cuna de hospital, algo que fue creciendo poco a poco y que no se perdió en todo el tiempo que nos obligaron a estar separados. Un sentimiento que nació cuando nos reencontramos por mi tozudez y que se convirtió en amor en muy poco tiempo. Hemos pasado muchas cosas juntos: un secuestro, discusiones tontas, roces por la convivencia, peleas más tontas aún... Quizás no pueda pedirle más a la vida, porque estar contigo ya es más de lo que podría haber esperado pero quiero pedir algo más -apreté sus manos con las mías mientras me arrodillaba-. Lucía, ¿quieres casarte conmigo?

Asintió repetidamente mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

Lucía: Sí quiero -sollozó.

Tiró de mis manos hacia arriba y, cuando estuve de pie, se tiró a mis brazos. La rodeé con un brazo mientras con mi mano libre sacaba la cajita que guardaba en mi bolsillo. La aparté un poco de mí.

Dani: ¿Qué clase de pedida sería sin un anillo de por medio?

Lucía: Eres increíble-volvió a abrazarme en cuanto tuvo el anillo en su dedo anular.

Volví a separarla levemente de mí pero esta vez para besarla, pero un carraspeo hizo que nos separáramos casi inmediatamente. Miré hacia la puerta, donde se encontraba toda nuestra familia agrupada intentando vernos. Le dediqué una mirada significativa a Guille y él se encogió de hombros. Suspiré, no se podía hacer nada con esta familia que me había tocado.

Álvaro: ¿Podemos saber qué es lo que ocurre?

Mi princesita y yo nos miramos, sonreímos y nos giramos hacia el resto para anunciar a pleno pulmón:

Dani y Lucía: ¡NOS CASAMOS!

Lo primero que escuchamos fue la fuerte carcajada de Carlos y luego los vítores y las cariñosas felicitaciones de todos.

lunes, 15 de febrero de 2021

Extra 3: Chicos, este es Guille

Llevaba casi media hora caminando mi calle arriba y abajo, decir que estaba nerviosa sería quedarme muy corta porque sentía a mi estómago retorcerse cada vez que los minutos se acercaban más a la hora a la que había quedado con mi chico.

Sí, después de mucho deliberar había decidido que era el momento de presentar a Guille a mi familia, también me había ayudado a decidirme el que yo ya conociera a sus padres y su hermana. Él se abría con mucha facilidad en cuanto a cualquier cosa que tuviera relación con nosotros pero yo... De acuerdo, me daba verdadero pavor la reacción que pudieran tener cualquiera de mis tíos.

Teniendo en cuenta que mi padre se había burlado de ellos cada vez que había tenido la oportunidad, estaba convencida de que ellos harían lo mismo con nosotros. Con Javier se habían contenido porque mi adorada cuñada era la sobrina de su mánager pero con Guille la cosa era diferente y había que sumarle que era el mejor amigo de Dani desde pequeños así que... El desastre estaba asegurado.

Guille: Vaya, esperaba que me abrieras la puerta, pero no que estuvieras esperándome en mitad de la calle -bromeó.

Clara: Me has pillado en mitad de mi huida -me miró con los ojos muy abiertos, un poco asustado-. Es broma, solo caminaba para tratar de calmar mis nervios pero no ha servido de nada.

Guille: Cielo, no tienes nada que temer, no voy a salir corriendo, ya conozco a tus padres y tu hermano -me abrazó.

Clara: Ahora mismo temo más por lo que puedan hacer mis tíos como represalias por la cantidad de veces que mi padre se ha burlado de ellos.

Guille: Sigo sin querer salir corriendo -me hizo mirarle-. Además, si Dani abre la boca tengo un saco lleno de cosas que lo harán callar rápidamente.

Clara: Debes compartir esa información conmigo, le debo algunas a ese peque -sonreí pícara.

Guille: Esa es mi chica -se inclinó para besarme-. ¿Lista?

Clara: Más o menos.

Inspiré hondo, tomé su mano y nos guie hasta mi casa. Todos estaban ya en el jardín tomando asiento esperándonos. Volví a tomar aire en cuanto todas las miradas se dirigieron hacia nosotros, la hora había llegado.

Clara: Chicos, este es Guille.

De pronto se inició un coro de saludos y sonrisas y suspiré un poco más tranquila. Demasiado deprisa, no esperé que David abriera la boca.

David: Bueno, Guille, como último integrante debes pasar un ritual inicial antes de sentarte a la mesa con nosotros, supongo que Carlos te habrá puesto al día.

Miré a mis tías, mis primas y mi madre buscando algo de ayuda, pero nadie parecía con ánimo de ayudarme o de saber sobre qué iba el tema. Iba a hablar, pero mi chico se me adelantó:

Guille: La verdad es que no, pero después de haber sido amigo de Dani toda la vida, de aguantar a Lucía divagando sobre los motes que un día decidisteis poneros entre parejas y que algunos de vuestros hijos han decidido continuar como si fuera una especie de extraño ritual o tradición y no nos olvidemos del intento de intimidación de mis queridos suegros y las burlas de mi cuñado en la misma tarde... Creo que  estoy preparado para cualquier cosa.

Se hizo el silencio, juro que no se escuchaba siquiera a alguien respirar, mi chico los había hecho callar cosa que no había pasado desde la declaración tan emotiva que le hizo Jesús a Cristina.

Lucía: ¡Yo no divago!

Dani: No es nada malo ser mi amigo de toda la vida, traidor.

Carlos: ¿Intento de intimidación?

Y no pude evitarlo, rompí en sonoras carcajadas que terminaron con toda mi familia riendo antes de tomar asiento para comer.

Clara: Enhorabuena, has pasado la prueba -le susurré al oído.

Guille: ¿Qué prueba? -Me miró extrañado.

Clara: La pregunta de David era la prueba -le guiñé un ojo.

Me sonrió y me besó bajo los abucheos y vítores de mi escandalosa y adorada familia.

domingo, 21 de abril de 2019

Extra 2: Los padres de Diego

Judith: ¡Julia, vas tarde!
Julia: Gracias por los ánimos, mamá-resoplé.
Judith: ¿Qué te pasa, cielo?
Julia: Sigo sin saber qué ponerme y estoy histérica-me pasé las manos por la cabeza.
Lucía: ¡Julia!, acabas de despeinarte.
Julia: Creo que eso ahora mismo me da igual-gruñí-. Voy a dar el cante, ya voy tarde.
Judith: Respira, no te agobies.
Julia: No puedo evitarlo, quiero caerles bien a la primera porque Diego se ha tomado muchas molestias para llevarse bien con papá y no quiero fastidiarlo.
Judith: No vas a fastidiar nada, cariño, solo debes ser tú misma.
Julia: Es más fácil decirlo que hacerlo.
Judith: Lo sé, yo también pasé por lo mismo y al final solo importa que os llevéis bien y os hagáis felices.
Julia: ¿Crees que voy a caerles bien?
Judith: Estoy segurísima-me sonrió.
Julia: Gracias mamá-la abracé-. Eres la mejor.
Judith: Te quiero, cariño-me besó la cabeza-. Ahora acaba de vestirte, creo que Diego ya ha llegado por ti.
Julia: Está bien.
Inspiré hondo y me miré al espejo, quería a Diego y eso era lo que importaba. Terminé de colocarme la blusa rosa pastel sobre un pantalón largo blanco y me calcé unas bailarinas. Mi pelo estaba recogido en una coleta alta e iba ligeramente maquillada. Recogí mi bolso, comprobé que mi cartera y mi móvil estuviesen dentro y bajé a salvar a mi chico en apuros…
Álvaro: La quiero devuelta temprano.
Diego: Claro.
Judith: Cariño, van a estar en casa de sus padres.
Álvaro: Me conozco los paseos de después.
Julia: Que tú lo hicieras en tus tiempos no quiere decir que nosotros vayamos a hacerlo.
Álvaro: ¿Me estás llamando viejo o salido?
Lucas: Una mezcla de las dos cosas-se carcajeó.
Judith: ¡Lucas!
Julia: Solo quería decir que ya has aceptado a Diego, ahora no puedes intentar intimidarle, me lo prometiste.
Álvaro: Está bien-suspiró-. Tened cuidado.
Julia: Gracias papá-le di un beso en la mejilla y luego a mi madre-. Os veo luego.
Lucas: Hey, ¿y mi beso?
Julia: Te quedas sin beso por idiota.
Lucas: ¡Mamá…!
Julia: Eso, ve a llorarle a mami-me burlé.
Salimos de casa y comenzamos a andar calle abajo, dados de las manos.
Diego: Antes de que lleguemos quiero advertirte sobre mi padre, está como una cabra y no sé lo que se le pueda pasar por la cabeza para dejarme en ridículo delante de ti, sobre todo teniendo en cuenta que eres la primera chica que les voy a presentar…
Julia: Eres muy tierno-le sonreí-. Pero no creo que me asuste, eso que has presenciado hace un rato es un día normal en mi casa y aún no has conocido a mi tío Carlos… Aunque cuando nos reunimos todos es un auténtico caos.
Diego: Espero que sigas pensando igual al final de la tarde.
Julia: No seas exagerado, ¿qué puede pasar?
Pues la verdad es que nunca se me habría pasado por la cabeza la idea de que pudiera conocer a mi suegro. Resulta que era el médico que me atendió después de haber sido secuestrada y dejada tirada en la montaña con los chicos y resulta también que se llamaba Iván. Si tenéis tan buena memoria como mi adorada hermanita, habréis atado cabos y sabréis que María tenía un primo llamado Iván. Y ahora era mi suegro.
Muy a pesar de Diego, Iván estuvo contándome cosas sobre mis padres y mis tíos que nunca nos habían contado, mi hermana habría pagado por estar ahí delante y yo pasé una tarde estupenda.

domingo, 22 de octubre de 2017

Extra 1: De mudanza con la nena

Nuria: Papá, ¿puedes ayudarme con…?
Me quedé parada en el quicio de la puerta al ver a mi padre sentado en el sofá con un álbum de fotos abierto en el regazo.
Nuria: ¿Recordando viejos tiempos?
Blas: Más bien reviviendo recuerdos.
Nuria: Te noto muy nostálgico.
Blas: Y no es para menos, mi niña se va de casa con su novio.
Nuria: Papá, ya hemos tenido esta conversación…
Blas: Lo sé y estoy de acuerdo con que vueles del nido y empieces a vivir tu vida por tu cuenta y con tu pareja, pero siempre vas a ser mi nenita.
Nuria: Y no voy a dejar de serlo, además, me mudo a veinte minutos y podrás ir a visitarme cuando quieras.
Mireya: No le digas eso o Lucas va a tener que poner una habitación para él en el apartamento-se rió-. Ya hemos terminado de meter las cajas al coche.
Nuria: Gracias, mamá-le sonreí y me volví hacia mi padre-. ¿Me acompañas al apartamento?
Blas: Claro que sí-me sonrió.
Al final fuimos los cuatro en el coche de mi padre hasta mi nuevo hogar. Lucas se quedó bastante sorprendido y no fue para menos, mi padre comprobó hasta el último detalle, insistiendo en que la seguridad era muy importante.
Alejandra: ¿Yo puedo quedarme aquí también?-Frunció el ceño.
Mireya: Alejandra, cariño, esta es la casa de Lucas y Nuria, no puedes quedarte con ellos.
Lucas: Alguna que otra vez podrás dormir con tu hermana-le sonrió.
Alejandra: ¿Hoy?-Abrió los ojos muchísimo.
Nuria: Hoy no puede ser, enana, tenemos que guardar mis cosas.
Alejandra: Yo puedo ayudar.
Nuria: Otro día-le revolví el pelo.
Ella se enfurruñó y se cruzó de brazos, claramente disgustada con la idea de no quedarse con nosotros.
Mis padres nos ayudaron a meter todas las cajas y las maletas en el apartamento antes de decidir despedirse para volver a casa.
Mireya: La convivencia, en ciertos momentos, puede llegar a ser complicada, pero con amor y un poco de paciencia y comprensión se puede sobrellevar. Trataros con respeto y quereros mucho.
Nuria: Gracias, mamá-la abracé-. Os quiero mucho y prometo ir a visitaros mucho.
Mireya: No te preocupes por nosotros, si no puedes, avisaremos antes de pasar por aquí-me acarició la mejilla.
Le di un beso en la mejilla, abracé a mi hermanita mosqueada de diez años y por último a mi padre.
Blas: Si ocurre cualquier cosa o necesitas lo que sea, no dudes en llamarme.
Nuria: No te preocupes, papá, estaremos bien.
Blas: Lo sé, Lucas va a cuidarte como mereces, pero me entristece perder a mi nenita.
Nuria: No vas a perderme, siempre serás el hombre de mi vida, el primero.
Blas: Te quiero cielo.
Nuria: Y yo a ti, papá.
Sonreí emocionada y le abracé. Los despedimos en la puerta y cerramos cuando se encerraron en el ascensor.
Lucas: Bienvenida a su castillo, princesa-hizo una ridícula reverencia que me hizo reír.
Nuria: La princesa es tu hermana, recuérdalo si no quieres que te vuelva a reñir y darte una clase sobre los motes de cada uno.
Lucas: Tienes razón-me dio un beso-. Ven, vamos a organizar tus cosas, ya te he hecho sitio en el armario y en el baño.
Nuria: Estás hecho todo un caballero.
Lucas: Lo mejor para mi chica-me guiñó-. Bienvenida a nuestro hogar.

Sonreí y le abracé antes de besarle. Nuestro hogar, me daba muchísimo vértigo el cambio tan grande que suponía compartir cada hora con Lucas en un nuevo lugar solo para nosotros, pero era un ansia bueno, sabía que nos queríamos y que nos respetábamos, la convivencia sería sencilla y los problemas que pudieran surgir se arreglarían solos.

---

Y aquí está el primero, espero que os haya gustado y queráis el próximo. Besos.

Epílogo


Aquella tarde de domingo nos encontrábamos todos reunidos en casa de Lucía y Dani, qué raro, otra reunión familiar, pues esta era diferente tan solo por el hecho de que nuestros padres no se encontraban en la reunión. ¿La razón? Un crucero por el mediterráneo les llamó la atención a los diez a la vez y se lanzaron en un viaje en conjunto.
Pobre tripulación y pobres pasajeros, no sabían lo que les iba a tocar vivir con aquellos cafres encerrados durante siete días y seis noches en un barco en alta mar.
No es que piense que estaban locos, pero entre todos estábamos haciendo apuestas a ver quién era el primero en caer al Mediterráneo y tuviera que volver a nado.
Lucas: Está esto más silencioso sin los viejos...
Lucía: Qué malo eres.
Javier: Lucas tiene razón, hemos estado en silencio más de un minuto, ¿desde cuando no pasa algo similar?
Rubén: Jamás hemos estado en silencio tanto tiempo con ellos-se burló.
Julia: Pero se les echa de menos.
Cristina: Al fin y al cabo son ellos los que nos inculcaron estas larguísimas reuniones familiares-se sentó en el regazo de su pareja.
Noa: Y esa locura que nos conquistó-rió.
Diego: Y no es por aguaros la fiesta, pero vuelven mañana.
Lucas: Aguafiestas-le tiró la servilleta.
Clara: No os paséis.
Guille: Ser la nuera está genial, lo difícil es ser yerno, cariño.
Jesús: Y cuando hay cuñados....
Dani: Oye, Cristina, ¿sabías que hay sillas para sentarse?
Cristina: Te he visto magrear a tu novia en la cocina hace un rato, así que calladito.
Lucas: Podrías esperar a que estuvierais solos por lo menos ¿no?
Noa: Las cuñadas son más dulces-abrazó a Clara.
Marta: Tener un cuñado si eres chica tiene sus ventajas, aunque él se aproveche de ti de vez en cuando-rió.
Rubén: ¿Qué es lo que no sé pero debería saber?
Jesús: Nada, hermanito.
Cristina: ¿Y yo?
Jesús: Tú tampoco, pequeña-sonrió inocentemente.
Marta: Os lo contaré en la próxima quedada de chicas.
Jesús: No puedes, es confidencial y lo prometiste.
Rubén: Y yo no estaré en la próxima quedada de chicas.
Nuria: Si quieres puedes venir, nosotras no te lo vamos a impedir.
Lucía: Podemos hacerte la manicura y darte algunos consejos de tonificación-se burló.
No pude evitarlo, por lo que solté una carcajada haciendo que todos dirigieran su atención hacia mí.
Lucas: ¿De qué te ríes, enana?
Alejandra: Mucho hablar de nuestros padres, pero... Estáis todos locos-volví a reír.
Julia: Creo que va en la genética, así que añádete en la cesta, guapa.
Alejandra: De eso ni hablar, en cuanto me eche novio no os lo voy a presentar siquiera, para que salga huyendo a la primera de cambio.
Guille: Yo no salí huyendo...
Alejandra: Tú sabías en lo que te estabas metiendo
Diego: Yo no lo sabía y aquí estoy-señaló.
Alejandra: Bueno...
Ahí tenía razón el chico, realmente Noa y Marta tampoco sabían en lo que estaban metiéndose al aceptar a los chicos...
Nuria: Si te quiere no va a salir huyendo, míranos a todos, aquí estamos después de tantos años.
Dani: Juntos incluso después de las duras pruebas de nuestros suegros.
Jesús: Quizás tu prueba sea más dura, como les pasó a Dani y Diego, pero tu padre solo os tiene a vosotras y siempre vais a ser sus niñas.
Marta: No te creas que Cristina y yo no tuvimos que pasar pruebas con Mayte, son sus niños.
Sonreí agradecida, me cuidaban mucho y me acogían siempre a pesar de ser la más pequeña, la última en llegar.
Alejandra: Gracias, supongo que aún tengo tiempo antes de que aparezca mi príncipe azul a rescatarme y la verdad es que me encanta ser la nena de papá y quiero seguir siendo mimada por él un tiempo más.
Nuria: Eso está genial-me abrazó y me dio un beso en la cabeza-. Cuando tu tiempo llegue te darás cuenta.
Alejandra: Porque yo también tengo que escribir mi propia historia.
Javier: Todos estamos destinados a vivir una historia más o menos difícil, con obstáculos y conociendo a personas que de una forma u otra dejará una marca en nuestro camino, pero es una historia de la que solo nosotros somos dueños-rodeó a Noa con el brazo.
Clara: Nuestros padres escribieron sus historias, nosotros estamos escribiendo la nuestra y ahora te toca a ti comenzar la tuya propia.
Cristina: No te preocupes si no empiezas mañana mismo, quizás aún no te hayas cruzado con el chico indicado-abrazó a Jesús.
Sonreí viendo cómo cada pareja se abrazaba y se besaba, tenían razón, mi historia comenzaría a escribirla cuando me sintiera preparada, cuando encontrara a esa persona especial que caminara junto a mí, como les pasó a mis padres primero y luego a mi hermana y el resto de los chicos.
También tenían razón en que era la quedada más tranquila de la historia, se notó demasiado la falta de nuestros padres.
FIN.
-----
¡Sorpresa, sorpresa!
¿Os esperabais que fuera Alejandra quien narrara el epílogo? He querido darle un poco de protagonismo ya que... ¡ella también tendrá su propio extra! ¿Sobre qué puede ser? Os dejaré con la duda.
Tengo tanto que agradecer y a quienes agradecer que no sabría por dónde empezar. Espero que todas os deis por aludidas, no importa si habéis empezado conmigo desde el principio de esta locura allá por el 2011 con Cuando Menos Piensas Sale el Sol o eres una máquina leyendo y has llegado hasta aquí súper rápido. Gracias darme la oportunidad.
A mi blueheart (porque sí, ya eres mi blueheart, a mi Marta, gracias por ser una de mis pequeñas añadidas, eres lo más, a Cristina, Helena, María, Miryam, Sara, Mónica, Lorena, Mayte, Mireya, Judith y un largo etcétera de nombres que aunque no ponga siempre estarán en mi corazón.
Gracias por apoyar este proyecto de locura y mi gran pasión por escribir. Muchos besos y... ¡Nos seguimos leyendo!
Seguimos paseando por aquí con los extras que nos dejarán nuestros pequeños con retazos de su vida después del final y antes del epílogo. ¿Os apetece?
Muchos, mucho, muchos, muchísimos besos por todo. Os súper adoro.
María.